• La silenciosa labor de los profesores de hospital

    Además de hacer clases personalizadas, tanto en escuelas de los recintos de salud como a domicilio, estos pedagogos tienen que enfrentarse a los difíciles procesos de sus alumnos. Por estos días les preparan una celebración mundialera.

    A veces, Lucas Navarrete, de ocho años, es dado de alta. Lo envían a su casa para compartir con sus padres, quienes lo acompañan a todos lados, incluso a clases. Pero la mayoría del tiempo, al menos en el último año, Lucas, a quien le fue diagnosticado un tumor maligno, se encuentra hospitalizado. "Tiene Sarcoma de Erwing alojado en la parte cervical. Tiene una vida muy agitada, entre controles y quimioterapia, pero le gusta la escuela, se entretiene", opina su padre, Cristián, desde el Hospital San Borja Arriarán.

    Gloria Contreras es su profesora de matemáticas. Trabaja para la Fundación Carolina Labra Riquelme desde 2010 y confiesa que el lazo que se genera con los alumnos es distinto al que se puede dar en un colegio normal. "Se da un ambiente más familiar, sobre todo en la modalidad sala-cama, porque uno está con los niños mientras los papás esperan cerca", explica Gloria.

    Las otras dos modalidades de enseñanza hospitalaria se desarrollan tanto en escuelas habilitadas en estos recintos, como a domicilio, para los casos donde los niños no pueden salir de sus casas.

    Las clases para niños hospitalizados en ocasiones se van intercalando con la asistencia a sus colegios regulares, todo dependiendo de la situación particular. Se les enseña a menores desde pre kinder a tercero medio y están certificados por el Mineduc. Incluso se pueden entregar licencias de enseñanza hasta octavo básico.

    En Chile existen 42 escuelas habilitadas en diversos centros de salud del país, 12 de ellas administradas por esta fundación sin fines de lucro. Jenny Salas, subdirectora académica, señala que el equipo pedagógico está compuesto por 35 personas y funcionan como una escuela particular subvencionada. "La mayoría de los niños que estudia con nosotros tiene enfermedades crónicas, lo que supone situaciones difíciles no sólo para los padres, sino también para los profesores, quienes forman lazos", señala Salas, quien también ejerce como pedagoga suplente.

    El sufrimiento y la capacidad para sobreponerse a él forma parte de la labor de estos profesores. Así lo asegura Gloria, la profesora de Lucas y de los cinco niños que se van intercalando en las clases. "Tenemos apoyo psicológico, ya que muchos de nuestros alumnos fallecen y debemos asistir a sus funerales. Pero también tenemos momentos buenos", manifiesta la profesional dedicada a la educación diferencial.

    Alegría en la enfermedad

    Uno de esos momentos alegres es cuando un niño se sana y llega años después, matriculado en alguna universidad, a agradecer a quienes le enseñaron en la adversidad de la enfermedad.

    Otra instancia alegre es la que por estos días preparan los profesores hospitalarios en la víspera del Mundial de Brasil.

    "Todos mis alumnos son futboleros, así que estamos decorando las salas y ya nos pidieron que proyectáramos los partidos", cuenta Gloria.

    Pero esta es sólo una de las formas que tienen los profesores hospitalarios para incentivar a sus alumnos.

    En el caso de Lucas, según relata su padre, costó mucho que se entusiasmara con las clases en un principio, pero con la dedicación y el estímulo de los profesores, "ha estado bien y se divierte en su formación que recién comienza". Lucas cursa segundo año básico.