• Mi respeto a todas y todos los que son parte de una minoría

    el día de katherine

    La semana pasada hablé de mi gusto por el fútbol y de ¡lo mucho que disfruto los mundiales!

    La columna tuvo una insospechada y masiva recepción en Twitter y a muchas y muchos les gustó. Pero, también un grupo -una minoría-, me escribió señalándome que estaban chatos con el fútbol, que los personajes de la televisión todo el día hablaban de eso, que están hartos.

    Uno de los que me escribió, me llegó a decir que le parecía una ordinariez suspender una reunión por el partido. Es de los más extremos.

    Se hacen hasta análisis sociológicos de por qué este deporte es como el opio del pueblo y es utilizado para que la gente se olvide de los problemas reales.

    Está bien, es difícil abstraerse a un Mundial que convoca a millones o billones de personas en todo el mundo. Pero también creo que tienen grandes oportunidades para hacer cosas distintas: apagar la televisión, ir al teatro o al cine, caminar por las calles semi vacías mientras juega Chile y, por último, sentirse diferente, que no está mal.

    Con lo que no estoy de acuerdo de ninguna manera, es con quienes quieren ningunear a los fanáticos del fútbol. Sobre todo, cuando se dice que los equipos son un grupo de 22 idiotas detrás de una pelota.

    Hace ya cuatro años atrás, ese argumento lo conversamos entre un grupo de amigos antes de un Mundial. Entre lo que comenté fue que estos eventos producen sensaciones y emociones colectivas que pocas situaciones producen y que se comparten. ¡Es una pasión! Y hay pocas situaciones similares en las que se produce este fenómeno, por así decirlo.

    Y todo me terminó de calzar cuando una amiga en esa misma reunión, contó que ella terminó entendiendo el fenómeno después de bancarse años con un marido fanático.

    De alguna manera estas fiestas deportivas, lo que hacen es reproducir un ritual que seguro nos remonta a tiempos inmemoriales: como las bacanales en las que se honraba al Dios del Vino y se permitía que las personas perdieran la noción de sí o como los carnavales, en que todos y todas se reúnen a celebrar algo y a expresar todas sus pasiones.

    Está bueno que haya un espacio para que colectivamente compartamos la pasión y algo de desborde. Más aún cuando ganamos, ¡compartir el triunfo y la alegría!

    Discúlpenme a los que no les gusta este popular deporte . Sólo les pedimos tolerancia y paciencia. La euforia mundialera es sólo un mes cada cuatro años.

    Hoy seguro que se puede ir a almorzar y meterse en el cine a ver la película que le gusta. Le garantizo que tendrá el cine todo para usted y en su oficina nadie se dará cuenta si vuelve a las cinco de la tarde o no vuelve si ganamos. Suerte.