• "La situación de los chilenos en Siria es compleja, su objetivo es sobrevivir"

    El director general de Asuntos Consulares de Chile, Alejandro Marisio, analiza la realidad del puñado de compatriotas que vive en ese país asolado por el Estado Islámico, al que EE.UU. prometió aniquilar.

    Irak y Siria han vuelto al ojo del huracán. Todo por el Estado Islámico, una milicia yihadista que asola la zona, usa a mujeres y niños como esclavos y ha decapitado a dos ingleses y un británico, actos que graba y viraliza por internet. Su actuar ha llevado a muchos occidentales islamistas a sumarse a sus filas, incluido un joven hijo de padres chilenos que vivía en Noruega.

    El avance y la amenaza que representa llevó a Estados Unidos a anunciar bombardeos en ambos países y a conformar una coalición con el fin de "destruir" al grupo terrorista, según advirtió Washington.

    El Gobierno chileno no tiene antecedentes de compatriotas en Irak, un país en el que carece de embajada o consulado. En Siria sí cuenta con un encargado de negocios y cónsul, Roberto Abueid.

    "Él me actualiza. Estamos pendientes y preocupados de la colectividad chilena que vive allá. Los chilenos propiamente tales son pocos, unas 80 personas, pero muchos son sirios-chilenos sin mayor vinculación con Chile. Muchos de ellos ni siquiera hablan ni leen español. Hay seis que sí son chilenos. A ellas y a sus familias nuestro cónsul las contacta regularmente", explica el director general de Asuntos Consulares, embajador Alejandro Marisio.

    ¿Y qué reportan ellos?

    Afortunadamente casi todos viven en la capital Damasco. Ninguno vive en la zona de riesgo, donde está focalizado el conflicto. Pero naturalmente que su situación es compleja y sus esfuerzos están orientados a sobrevivir, a tratar de tener fuentes de trabajo, porque la guerra civil les ha generado problemas económicos. Por instrucciones de la cancillería nuestro consulado cada cierto tiempo les provee alimentos no perecibles, en algún momento de gas.

    ¿Quiénes son?

    Hay varios religiosos. Una monja, Alejandra Cárdenas, es quien podría ser la que está en una zona de mayor conflicto, pero nuestro cónsul está regularmente con ella.

    ¿Estaban misionando?

    Viven hace muchos años allá. No se trata de personas que quieran dejar Siria.

    ¿Y cómo es comunicarse con ellos?

    Las comunicaciones en la zona son complejas. En el caso de Siria, cada cierto tiempo nuestro cónsul se traslada desde El Líbano a Damasco, independiente de que allá tengamos una oficina y un canciller. Ellos mismos se comunican si tienen necesidades,

    Si el conflicto se agudiza puede aumentar el interés de periodista por viajar. ¿Le hacen recomendaciones?

    Más allá del autocuidado, lo primero que le pedimos es que se contacten con nuestras misiones diplomáticas o consulares, para que tengan un canal de comunicación en caso de que se enfrenten a un problema (...) Eso les puede facilitar la vida en un momento complicado.

    Si la tensión crece, ¿tienen preparado algún plan?

    Todos nuestros consulados a lo largo del mundo tienen sus planes de contingencia actualizados y preparados en caso de que ocurran situaciones que obliguen a tener que asistir a los chilenos. Si hay que ayudar a alguien a trasladarse, salir, se puede hacer.

    Y la situación de los chilenos en otra zona conflictiva, Ucrania, ¿es distinta?

    Guarda más o menos la misma característica. Nuestra embajada y consulado honorario en Kiev también tienen instrucciones de estar atentos. Tenemos plenamente identificados a los pocos chilenos, porque tampoco son muchos, pero mantenemos contacto con ellos.

    ¿Y hay alguno de ellos en la zona de conflicto?

    No, no tenemos gente localizada en esa parte.

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