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Así es la guerra ficticia que se vive en el desierto de Atacama
Chile, Argentina, Brasil, Uruguay y EE.UU., todos contra un enemigo. hoyxhoy estuvo ahí.
El escenario es real: el desierto de Atacama. También los aviones, todos de combate. Lo mismo con las cinco fuerzas aéreas que participan: Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos y Uruguay. Lo que no es real es el conflicto. Todo obedece a la ficción. Los cinco países componen un equipo, el azul. Y en conjunto combaten contra una nación ficticia. Un estado abominable que, explicaron en el país azul, ha cometido una serie de "crímenes atroces contra la humanidad".
Así, en rasgos generales, es el Ejercicio Salitre 2014, la tercera edición de esta simulación de guerra que tiene por objeto afianzar lazos entre la Fuerza Aérea de Chile y las de países aliados. En total, dijo el general Maximilano Larraechea, director de la actividad, son 841 los efectivos que participan del simulacro. Los combates comenzaron el sábado 4 de octubre y se extenderán hasta el viernes 17.
La guerra de mentira
Habla el general Larraechea: "Estamos felices de poder recibir a estas cuatro fuerzas aéreas. Es una gran instancia para compartir experiencia". El resto de los asistentes en la improvisada sala de prensa, ubicada al interior de un hangar, escucha en silencio. Al fondo un hombre moreno y de no más de un metro setenta asiente ante cada palabra del general chileno.
"Dicen que combatió en Irak", susurra un reportero. Otro lo corrige: "Parece que fue en Afganistán". Un tercero, micrófono en mano, da la sentencia final: "Sea como sea, fue en Medio Oriente". Asombro generalizado. Respeto. La figura menuda, perteneciente al coronel Miguel Torrealday, de la guardia fronteriza del estado de Texas, en Estados Unidos, se vuelve temible. Es un veterano de guerra y eso, en el mundo castrense, lo eleva a la categoría de héroe.
El rumor se corre y una decena de periodistas hambrientos por una frase con tintes bélicos lo rodea. Lo bombardean con preguntas. El hombre responde con un castellano rudimentario. "Yo estar feliz de venir a Chile", asegura Torrealday. Agrega: "Haber aprendido mucho en Chile". ¿Por qué no está en Siria, coronel?, le plantea un periodista. Torrealday responde agitado: "¡¿Qué!?". Le hablo de la guerra, insiste el comunicador. "No poder contestar eso. No tengo opinión", cierra el norteamericano. Y elude a la prensa.
Patrias hermanas
"Somos patrias hermanas. La rivalidad está en el pasado, mi amigo". Acento porteño, mirada altiva, un metro y 84 centímetros de estatura y el rostro sonriente. El brigadier Andrés Bellocq, casado, dos hijas y jefe de la delegación argentina, le confiesa a hoyxhoy que está "emocionado" de estar en Chile.
Dice que ingresó a la Fuerza Aérea Argentina en una etapa en que las relaciones con Chile eran distintas. Fue en 1979, años antes de la Guerra de Las Malvinas y en pleno conflicto limítrofe entre ambos países. Pero eso, dice con tono poético, quedó atrás. "El ser humano, inexorablemente, va evolucionando con los años", filosofa Bellocq. Respira y sigue. "Con Chile, yo digo, no nos separa una cordillera. La cordillera nos une, y es imposible de destruir". Dice que en las nuevas generaciones la rivalidad entre ambos países no existe. Que muchos cadetes chilenos viajan a estudiar a Argentina. Y que, a su vez, muchos cadetes argentinos se forman en ramas de las fuerzas armadas chilenas. Por eso, agrega, no le extraña que en cosa de décadas Chile y Argentina hayan pasado de estar a segundos de declararse la guerra a combatir juntos en una guerra. Aunque sea una guerra escrita en la ficción, en pleno desierto de Atacama.