• Lavín Jr.:"Me aburren los grandes debates del Congreso"

    El parlamentario del distrito 20, uno de los más habitados de Chile, explica su 2014 quitado de bulla: prefiere trabajar en la calle. Y odia el ego que detectó en la política.

    El diputado Joaquín Lavín León va paseando por la Feria La Farfana de Maipú, una de las comunas que alberga su distrito, y demuestra que, al cumplir su primer año en el Parlamento, se ha transformado en una máquina de afecto: estrecha diez manos en ocho metros. Ríe, chupa un helado de naranja donado por un feriante y mastica dos sopaipillas.

    "Me compré casa en Maipú", dice.

    ¿Y el barrio Oriente?

    "Me quedo para siempre acá".

    En uno de sus brazos le cuelga una consejera regional: Catherine Barriga Guerra. Kathy, rubia transversal, apta para todo público, primera dama del lavinismo junior, dispara una carcajada continua. Alza el brazo como la Eva Perón de la calle Alto Jahuel. El diputado la mira con cara de amor.

    "Este 2014 aprendí que, sea como sea, esto es lo mío", dice Lavín Jr.

    ¿Qué cosa?

    Estar con la gente. Estar en la calle. Hacer cosas.

    Me gusta esto, exclama inspirado y muestra al pueblo. El pueblo -conformado, en ese instante, por cinco melancólicos pertenecientes a la clase media aguerrida- lo mira en silencio.

    Y dice: "Este año lo destiné a estar en terreno".

    ¿El 2015 dónde estará?

    Creo que estaré más en la política.

    Los politiqueros

    El 2014 Lavín León estuvo mucho en los barrios y poco en las portadas. Mientras los otros nuevos políticos del Parlamento -Boric, Jackson, Vallejo, Cariola- conviven a diario con los focos, Lavín se pone bluyín y va a la feria buscando la urgencia del vecino.

    ¿Por qué ellos lucen tanto?

    Es que ellos son los que están de moda.

    ¿Usted está de moda?

    No.

    ¿A usted le gustaría estar de moda?

    No. Quiero trabajar por el distrito y sin cámaras.

    En el Parlamento se lleva bien con Pepe Auth (PPD) y Roberto Poblete (Ind.). A Gabriel Boric (Ind.) lo conoce poco. Con Giorgio Jackson (Ind.) juega fútbol. Ha faltado, en un año, seis veces a las sesiones: cuatro por la hospitalización de su hijo mayor; dos por enfermedad personal. Sin hacer bulla, el Lavín de bigotes, el ex Hijo De, un derechista orgulloso de 35 años, dos hijos, ex alumno del Cordillera, hoy maipucino ad eternum, siempre está.

    ¿Qué le pasa con los grandes debates del Congreso?

    Uuf. Me dan lata. Me aburren. Me cansan.

    ¿Por qué?

    La forma en que se han discutido esos temas sólo sirven para enredar a la gente.

    Opina que el lucro se ha demonizado, que nadie se enriquece con un colegio particular subvencionado. Avisa que aprendió que en la política hay cinismo. E informa que en la cafetería del Congreso se arman emotivos consensos, pero "quedan en nada a la hora de votar". Dispara una acusación: "Hay políticos de distintos bandos que coordinan sus peleas para aparecer en la tele", dice.

    ¿Escándalos con libreto?

    Muchos. Pero lo dejo ahí. Caché que la política es compleja y llena de ego.

    Cree que Boric es un rebelde con ego ("Reclamar recién llegado para que bajen los sueldos de los parlamentarios es ir por el aplauso fácil"). Todos, tal vez, tienen ego. Lavín Jr., en cambio, prefiere tener calle. Por eso, a las 16:35 horas del viernes, el diputado, con nueva personalidad, se mezcla entre la ciudadanía y encara a un contribuyente: "¿Cómo lo he hecho como diputado, señor?". "Bien", responde el hombre. "¿Qué dice usted, señora?". "Súper". "¿Y usted, caballero, qué opina de mí?". "Igual", dice. Lavín luego recibe una sonrisa de Kathy y toma un sorbo de Pap. Y luego, como perfecta postal de su 2014, orgulloso y preocupado, se pone a contemplar Maipú desde un puesto de empanadas.