Esta columna es muy especial, ya que este sábado se enfrentarán dos selecciones que están ligadas a mí; una porque nací y me crié allá, además de que toda mi familia sigue en ese país, y la otra porque hace 14 años que la elegí para ser mi hogar. Esa es la Selección Chilena. Si me preguntan si tengo el corazón dividido, mi respuesta es un rotundo no. Muchos pueden creer que no es así, o entran en la duda, si será verdad el amor que siento por la camiseta chilena o no. Pero a estas alturas me da igual, porque yo tengo claro que mi corazón es rojo, azul y blanco.

Lo que siento cuando voy a la cancha y escucho el himno de todos los chilenos es inigualable. La pasión con la que voy a cada partido y grito como si estuviera yo misma en la cancha es una demostración de cuanto amo a este país. Si bien no nací acá, elegí quedarme y comenzar mi vida. Para los que no saben llegue en el 2001 y este año me nacionalicé. Por ello deseo que este sábado nuestros guerreros lo dejen todo en la cancha y juntos levantemos nuestra primera Copa América. Esta vez se dio que a la final llegan los mejores equipos. Dos selecciones que en cuanto a funcionamiento e individualidades llegan en plenitud para que podamos disfrutar de esta final soñada. En cuanto a lo técnico, el tema va más allá de cómo marcar a Messi o a Di María. Acá se impondrá el que maneje mejor las emociones, así que a mantener la calma, a jugar con inteligencia, a no agredir ni insultar al árbitro, como ocurrió en otros partidos, pero no con nuestros seleccionados.

Con convicción digo que Chile tiene todo para ser campeón. Falta el último paso y ahí, además de tener fútbol, se necesita inteligencia emocional para estar a la altura del desafío. La generación dorada tiene muchos jugadores que están permanentemente compitiendo en las ligas más exigentes del fútbol mundial. Nadie mira a nadie para arriba. Somos todos iguales.

Nuestros delanteros son muy hábiles. Eso complica a cualquier rival. Hay que poner la pelota contra el piso y entrar por abajo, donde más les duele a los defensas altos. Todo queda en manos de nuestros guerreros. Nosotros los estaremos apoyando y alentando, ya sea desde el estadio, en la casa, o en el trabajo, en Santiago y en regiones todos estamos unidos, todas las energías se unirán para que juntos podamos disfrutar y levantar la tan anhelada Copa. Solo queda decir: ¡Viva Chile!

El Perú de Ricardo Gareca y el Paraguay de Ramón Díaz jugarán hoy a las 20:30 en el Estadio Ester Roa de Concepción el partido por el tercer puesto de la Copa América. Ambas selecciones van por su octava medalla de bronce en la historia del torneo, por lo que cada técnico dispondrá, pese a los lesionados, de su mejor once.

En Perú la duda es una sola y se ha extendido durante toda la Copa: Jefferson Farfán. El puntero ha estado en algodones desde que llegó a Chile y el propio Gareca admitió que lo esperarán hasta el final para incluirlo en la oncena titular de hoy. En tanto, el mismo técnico reveló que es muy difícil que el capitán peruano, Claudio Pizarro, pueda jugar. "A Farfán vamos a esperarlo un día más. Está más complicado el caso de Claudio Pizarro", aseguró. De esta manera, sin el suspendido Carlos Zambrano, el equipo que pararía el Tigre sería con Pedro Gallese, Luis Advíncula, Christian Ramos, Carlos Ascues, José Manuel Vargas, André Carrillo, Carlos Lobatón, Christian Cueva, Jefferson Farfán y Paolo Guerrero. Este último compite gol a gol con Eduardo Vargas por ser el máximo anotador del torneo.

Diezmados

En la vereda del frente, en tanto, el panorama es más complicado. Tras la dura eliminación paraguaya a manos de Argentina, Ramón Díaz no puede contar con los lesionados Derlis González y Roque Santa Cruz. Eso sí, podría estar de vuelta Néstor Ortigoza. El equipo que mandaría a la cancha sería con Justo Villar, Bruno Valdez, Paulo Da Silva, Pablo Aguilar, Iván Piris, Raúl Bobadilla, Richard Ortiz, Víctor Cáceres, Édgar Benítez, Nelson Haedo Valdez y Lucas Barrios.