Qué bonita alegría nos ha dado la Roja instalándose como finalista de la Copa América. A veces con un fútbol voluptuoso y vertiginoso; otras con extravío y desorden, los muchachos de Sampaoli han derrotado sin apelaciones a sus rivales y mañana esta generación extraordinaria deberá jugar quizás el partido más importante de su historia.

A la Selección la veo bien, con confianza. Es un grupo de jugadores con ganas y una capacidad futbolística que en un día inspirado puede hacer pasar un mal rato hasta al más empinado rival. No por nada Bravo, Medel, Aránguiz, Isla, Vidal, Valdivia, Alexis y Vargas son figuras en las mejores ligas del mundo y basta recordar el pánico de Brasil en su propia Copa del Mundo para concordar sobre su peligrosidad. El partido de mañana es el todo o nada, ya lo sabemos. Es terminar o continuar con casi 100 años de frustraciones en el deporte más popular del país.

Yo apuesto por Chile, sin dudas, aun sabiendo que sólo Messi y Di María valen lo mismo que todo el plantel chileno. Y lo hago porque sé que los factores sicológicos también juegan y cuando se tiene convicción, talento y ganas, hasta las metas más difíciles son posibles.

Esperamos un estadio lleno y el apoyo incondicional de la hinchada chilena a sus jugadores. Queremos ganar esta Copa y hay que alentar, gritar, emocionarse, y sufrir, si es necesario, pero en la compostura del fair play.

El comportamiento de los hinchas en el principal recinto deportivo del país ha sido ejemplar. Muestra de ello ha sido el éxito de la tarjeta verde. Para mí, lo admito, fue algo insospechado y que me ha dado esperanzas respecto de la cultura cívica media dormida que tenemos los santiaguinos.

Si bien como Intendencia nos hemos preocupado de que las condiciones en el estadio sean las mejores, adecuando el transporte a los horarios de los partidos y exigiéndole a la ANFP mejorar los controles en el ingreso de los hinchas y la fiscalización sanitaria a baños y expendedores de alimentos, nuestra mayor preocupación es que un eventual triunfo, en lugar de ser un bálsamo de alegría, derive en hechos de violencia.

Hemos montado un completo operativo de seguridad en Plaza Italia, el tradicional centro de festejos de la ciudad. No queremos que algunos delincuentes, aprovechando la legítima algarabía que nos puede dar el título, repitan algunos actos condenables que hemos visto en jornadas anteriores.

Por eso, llamamos a la gente a celebrar bien. Celebrar no es sinónimo de destruir o poner en vidas en riesgo. Eso se llama vandalismo. Mantengamos la conciencia ciudadana, y algo que hemos postulado en toda esta Copa América: la hospitalidad. Tratemos al visitante como a nosotros nos gusta que nos traten en el extranjero. Cerrar con broche de oro esta Copa América es tarea de todos.

Hugo Briones. Es época de exámenes y a las 7.00 AM ya está en la escuela de Fernando González ensayando. Sigue con las clases, presentaciones, el almuerzo a las 13.30 y más ensayos en grupo el resto de la tarde.

Estudió actuación por su gusto por el cine y directores como Almodóvar y Pasolini. Cuenta que se enamoró de la escuela cuando hizo unos talleres: "Es mucho más práctica, en otras universidades la carrera dura 4 o 5 años y tienen ramos súper limitantes. Aquí dura 3 años y no te dan título, pero en el teatro no es tan importante el título, sino la práctica". Su papá le aconsejó que, por estabilidad económica, estudiara otra cosa al terminar Teatro.

A él también lo asusta lo laboral pero se tiene fe y espera seguir con estudios de cine en el extranjero. Reconoce que no va mucho al teatro: "Es algo generalizado en los estudiantes de actuación. No por lo caro de las entradas, si no voy al teatro con 3 lucas me tomo una cerveza, ¿cachai?, el problema es que nos aburre que toquen el mismo tema de la dictadura siempre, y desde la misma perspectiva".

Le gusta el realismo y las obras clásicas y no se arriesga con el teatro experimental, prefiere irse a la segura con el Mori. No es fanático del fútbol pero ha visto los partidos de la selección chilena: "Me gusta que el país se reúna y se sienta parte como de una familia, pero lo malo es que la gente se olvida de otras cosas importantes que están sucediendo. Por ejemplo, la Presidenta ha ido a todos los partidos, y me parece bien, pero también hay protestas y paros de profesores y pareciera que a esos problemas no pone la misma atención que en el fútbol".

He visto en cada partido el patriotismo y sumo interés que tiene la Presidenta en el deporte chileno, específicamente en el fútbol. Por eso, me pregunto: ¿Por qué no en vez de presidir el país -si es que lo ha hecho alguna vez- se ocupa del Ministerio de Deportes? Porque el interés es real, no creo que sus idas al estadio sean populismo, ¿verdad? Porque sería muy feo.

Señora Presidenta, ¿por qué no se ocupa de reparar la educación chilena de una buena vez? Por favor, aléjese del papel picado y por lo menos algunos meses asuma algo del importante cargo que todos esperamos desempeñe. Lo mismo debieron haber hecho Piñera, Lagos y Frei que, a todo esto, ¿dónde están?

El matinal Buenos Días a Todos prescindió de Jordi Castell. Para muchos puede ser un hecho completamente irrelevante, pero en personas como yo ha hecho renacer la esperanza de que el espacio vuelva a ser respetable, como cuando lo animaba Felipe. Nunca va a ser lo que era, eso lo sabemos todos. Pero que haya dejado de dar pantalla a una persona tan ignorante, mal educada y desubicada como ese individuo, es un avance. Nosotras, las fieles a TVN que vemos televisión durante las mañanas, mientras nos movemos de acá para allá con nuestras múltiples tareas, estamos felices, porque la sola idea de cambiarnos de canal nos pone un tanto tristes.

Cuando Patricia Carvacho (51) ve a un repartidor vestido de morado afuera del Metro, se dirige a él como por inercia. Siente una atracción irresistible hacia él. Todo, porque le encanta la información que publica el hoyxhoy.

La luz se cuela para iluminar las hojas de una planta que da un toque acogedor a un cité, ubicado entre Eyzaguirre y Santa Isabel