En primer lugar, agradezco la voluntad y el interés de cada uno de quienes ocupan cargos directivos de una institución gremial con solera y distinción, en particular en este tiempo que se ciernen nubes y truenos sobre la profesión arquitectónica. Aprovechándome de ello, como arquitecto colegiado pido que hagan algo para evitar que se siga construyendo una ciudad fuera de escala y horrible, usufructuando del espacio peatonal y de los valores urbanos más significativos.

Como uno de los cuantos opinadores que de vez en cuando sale a la palestra para defender los pocos valores con que cuentan nuestras ciudades, levanto la voz para denunciar las construcciones que se montan sin ningún reparo sobre las veredas y sobre las calles, creando inmensos conos de sombra y espacios residuales; proyectos que hacen de nuestro principal calle, la Alameda, una autopista urbana al más puro estilo ingenieril sin ningún aporte arquitectónico ni urbanístico, que es lo nuestro, a la calidad del espacio peatonal ni menos atentos con el paisaje histórico de ésta, nuestra calle mayor, desconociendo que para el vehículo es un eje y para el peatón un lugar transversal, poniendo fuentecitas de agua que rara vez funcionarán por el empacho de modificar un paisaje genuino de nuestra urbanidad tal cual es la Plaza Italia, cambiándolo por querer cambiarlo, pero sin ninguna poética ni racionalidad ciudadana.

La frase de Mies van de Rohe "menos es más", la hemos cambiado por "más es menos": más hormigón menos calidad urbana, más rendimiento inmobiliario menos espacio público. Ahí tenemos el famoso Costanera Center y el mal llamado Sanhattan como los ejemplos perversos de una actividad que opta por el hormigón y no por el sol y la vegetación, tal como optó en su momento Mies en el edificio Seagram de Park Avenue, que sería bueno visitar de vez en cuando para beber de las fuentes de la buena arquitectura urbana.

Hemos entregado a vil precio los Minvus y los Mops, las direcciones de obras y asesorías urbanas a la especulación inmobilaria camarista, sin obtener nada a cambio. Y lo que pasa en Santiago la mayor se replica en Antofagasta, Iquique, Copiapó y un sinnúmero de ciudades que teniendo bellas historias urbanas las hemos destruido a través de una arquitectura sin belleza y de un urbanismo sin planificación, contenido en los mal llamados planes reguladores que permiten lo que el sentido común rechaza.

Paola. Antes de empezar a trabajar no veía noticias: "Tuve que prestarles atención porque mis compañeros las comentaban y yo quedaba colgada". No estaba al tanto de la colusión de los papeles higiénicos, y su mamá se lo explicó hace poco: "Lo peor es que está difícil comprar otro que no sea de la colusión, va a tener que ser Scott no más".

Hace 6 años que es vendedora en Pichara. Antes era dueña de casa: "No necesitaba trabajar, mi marido me "mantenía", como dicen. Llegué porque mi hermana se convirtió en dueña del local, ella trabajó 20 años como vendedora y el dueño, Abraham Pichara, le ofreció la franquicia. Yo empecé ayudándola, pero me terminé quedando".

Se levanta a las 8 AM y a las 10 ya está en la tienda para tomar desayuno.

rouge

En el día tiene que lidiar con "clientes que gritan": "Piden que les devolvamos la plata de un rouge pero llegan con toda la boca pintada". También le toca atender a extranjeros: "Todas le hacen el quite, pero a mí me encanta atenderlos y hablarles un poco en inglés. Ahora me doy cuenta lo importante que es y me arrepiento de no haber potenciado el idioma en el colegio".

También cree que es importante la presentación personal y usa varios de los productos que vende: "Cuando era dueña de casa no me preocupaba, cuando salí a trabajar empecé a arreglarme más".

La jornada termina a las 20 horas y ya no le queda tiempo para dedicar al vóleibol con sus amigas de Pudahuel: "Pero pienso a futuro. En unos años me veo igual que mi hermana, con tienda propia".

Insólito e indignante me resulta ver la publicidad de un conocido preuniversitario que utiliza como rostro a un escolar con sonrisa ingenua que se estaría preparando para entrar a estudiar a la universidad desde primero medio gracias a un espectacular programa exclusivo de la pseudo casa de estudios. ¿Es eso un orgullo? ¿Es algo que usted publicaría?A mí me parece que el sistema ha hecho de ese adolescente un payaso, un monigote, un símbolo de la estupidez y de cómo nos meten el dedo en la boca aumentando cada vez más la desigualdad entre los jóvenes de este país, cuyos padres van a tener que pagarles preuniversitarios desde primero medio para que puedan entrar a la educación superior. Un desastre.

Si tuviese en frente a Nelly Díaz le preguntaria qué opinaría si yo, a modo de protesta por mejorar mi sueldo, fuera a su casa y le quebrara los vidrios. Ojalá no me respondiera :"¿Qué culpa tengo yo?" o "Reclame al que corresponde", porque son las mismas preguntas que nos hacemos los afectados por el paro. Luego, para evitar descuentos, ordena que funcionarios marquen tarjeta aun sin trabajar. ¡Qué bajeza moral! ¿Será que no tienen muchos estudios como los médicos por ejemplo, que cuando tienen conflictos presentan dignamente su renuncia? Esto, porque se saben capaces, mientras los del Registro Civil saben que otros estarían dispuestos a trabajar, y con más eficiencia, en sus cargos.

"Es mi favorito y lo leo siempre, mientras voy camino al trabajo. Alcanzo a leerlo entero porque mi viaje es muy largo", dijo sobre el diario hoyxhoy su fiel lector Luis Sapiaín (41), quien destacó además que nunca se aburre en el trayecto.