• Santa Cruz: el epicentro del surf californiano y de una abismante montaña rusa

    Quienes practican y enseñan el surf en California dicen que en este lugar están las mejores olas para aprender a surfear. Un buen panorama para el día. ¿Y de noche? El Boardwalk: un gran parque de diversiones a donde pueden llegar niños, jóvenes y papás.

    Arelis Uribe

    En Santa Cruz, California, nació y vive el surf. Lo dice "Surfin USA", esa típica canción de los Beach Boys. Lo pensó Jack O'Neill, que inventó el traje de neopreno que permite sumergirse en el mar y no sentir frío, mientras equilibraba olas en esta costa norteamericana que alguna vez perteneció a México.

    En Santa Cruz la gente camina descalza con la tabla bajo el brazo y entra al agua con sus perros. La estatua más importante de la ciudad es un surfista. Incluso hay un museo del surf, que cuenta cómo en el verano de 1885 tres príncipes hawaianos fueron las primeras personas que domaron estas olas. Luego vinieron las ligas, los concursos internacionales y las escuelas, coronando a Santa Cruz como uno de los mejores lugares de Estados Unidos para surfear.

    Equilibrio sobre agua

    Igual que andar en bicicleta, el surf es un deporte de equilibrio. Surfear es, básicamente, dejarse arrastrar sobre una tabla por la fuerza de una ola. El desafío es pararse en la tabla, no caer al agua y así avanzar sobre el mar en un gesto muy parecido a volar.

    Megan es profesora en la Santa Cruz Sur School hace cuatro años. Para quienes nunca han surfeado explica tres claves: hay que ponerse de pie en el centro de la tabla; mantener las rodillas bajas para equilibrar y, si todo se desestabiliza, caer al agua con el cuerpo simulando una estrella de mar.

    ¿Por qué Santa Cruz es un buen lugar para aprender a surfear? Megan asegura: por el clima soleado pero fresco todo el año (como dice una canción de Albert Hammond: "nunca llueve en California"), por el racimo de olas diversas que se genera en esta costa (pequeñas y suaves; fuertes y altas) y por el espíritu amable de la playa, donde se mezcla gente aprendiendo, gente enseñando, gente surfeando de pie, gente surfeando de guata.

    Y después de una clase de surf, ¿qué hacer? Una posibilidad es ir al borde, donde está el parque de diversiones de Santa Cruz.

    Diversión y locura

    Santa Cruz es Cartagena con plata o Providencia con mar. Pero con su propio parque de diversiones al lado de la arena, con montañas rusas y esos típicos juegos de las películas gringas: tirar al blanco para ganar un osito o probar la fuerza golpeando con un martillo. El Santa Cruz Boardwalk está abierto todo el año, porque en California siempre es verano.

    La atracción principal del Santa Cruz Boardwalk es Giant Dipper, la quinta montaña rusa que se construyó en Estados Unidos. Hecha sólo de madera, se inauguró en 1924, ha aparecido en películas como "Mentes Peligrosas" y hoy es monumento nacional.

    "Are you ready?", pregunta una chica a su pololo y antes de que él conteste, Giant Dipper arranca a 90 kilómetros por hora, subiendo, girando y cayendo en casi 90 grados durante los dos minutos que dura la vuelta. Sus gritos se escuchan hasta en los hostales del centro. Cuando bajan, le advierten a un grupo de niños: "Very scary, kids".

    Después de las vueltas -y no antes, a riesgo de devolverlo todo montaña abajo- se puede comer hot dogs, sándwiches de helado o burritos. Especialmente burritos. En California, el 40% de la población es latina, en una especie de reconquista morena luego de que Estados Unidos le quitara esta tierra a México, en 1848.

    Por eso, es fácil ser chilena y pasear por Santa Cruz, porque Chile es tan gringo que el inglés resulta familiar y California es tan latino que se habla mucho español. Además, en las tiendas y en los servicios hay un montón de jóvenes mexicanos trabajando. Personas amables que ante cualquier titubeo o duda idiomática, siempre estarán dispuestas a ayudar.

    "Y después de una clase de surf, ¿qué hacer? Una posibilidad es ir al borde, donde está el parque de diversiones de Santa Cruz."

    "Santa Cruz es Cartagena con plata o Providencia con mar. Pero con su propio parque de diversiones al lado de la arena, con montañas rusas y esos típicos juegos de las películas gringas."


    Avistamiento de ballenas

    La costa de California es parte de la ruta de orcas y ballenas azules que migran cada año buscando calor. En Santa Cruz es posible divisar sus lomos desde la playa. También se pueden tomar botes que navegan océano adentro, donde éstas saltan o golpean sus colas contra el agua. Las ballenas son bellas, pero nadie cuenta que huelen mal: cada vez que exhalan por el respiradero, tiñen el aire con su hedor estomacal. El paseo en bote cuesta 45 dólares y dura 2 horas y media.


    Un museo que es una cripta

    El Santa Cruz Surfing Museum es una galería que registra 100 años de cultura surf en California. Hay tablas de madera, fotos en blanco y negro y luego en color, de surfistas en short o bikini, equilibrándose sobre las olas. Tras el mesón de recuerditos, Emilio Galván explica: "Este faro se levantó en honor a Mark Abbott, que murió en 1965 a los 18 años, mientras surfeaba sólo con su cuerpo. Sus cenizas están aquí". La entrada es gratuita.

    6 metros de altura alcanzan las olas de Santa Cruz

    120 dólares cuesta una clase de surf para principiantes.

    13 dólares vale usar todas las atracciones del Santa Cruz Boardwalk.

    A 90 kilómetros por hora corre la montaña rusa Giant Dipper de Santa Cruz Boardwalk.

    2 minutos duran las piruetas que hace la quinta montaña rusa más importante de EE.UU.

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