• Un paseo por los viñedos de Colchagua

    Viajes por aire y tierra, y la creación de vinos propios, es lo que ofrece el valle más grande de viñas del país. La zona hoy presenta variadas alternativas turísticas para levantar a una de las regiones más afectadas por los pasados incendios forestales. Y para todos los bolsillos.

    Darío Piña

    Sábado, 14:30 horas. El almuerzo llega acompañado de algunos pies de cuecas que tocan unos jóvenes ubicados en la esquina del salón, que guitarrean fuerte para opacar la bulla que se cuela por la puerta. Afuera, miles de personas pasean por la plaza de armas de Santa Cruz con copas y labios morados. También hay decenas de stands de las viñas de Colchagua que muestran sus nuevas variedades de tintos y blancos en el evento anual más grande de esta localidad: la Fiesta de la Vendimia. Los que estamos sentados en unos de los salones del Hotel Santa Cruz Plaza, invitados a esta Vendimia de la Solidaridad, como se le llamó, brindamos porque al fin se dieron por superados los incendios que afectaron a la Región de O'Higgins.

    La catástrofe ya terminó. Las cuentas tras la vendimia son alegres y todo está operativo. Eso se oye en los discursos, mientras concluimos que aquí la época estival aún no termina y se extiende, al parecer, por varios meses: algunas fiestas pasan, es cierto, pero los vinos y tours vitivinícolas quedan.

    El día después

    Entre los invitados, los turistas y los santacruzanos, hay una verdad que resulta innegable: Santa Cruz se hizo notar en el mapa gracias al vino. Antes, en los noventa, era un pueblito más que aparecía en la ruta hacia Pichilemu. El logro, en gran parte, es de la Ruta del Vino, asociación que agrupa a las viñas del sector. Una de ellas, la Viña Santa Cruz, después del almuerzo nos lleva a su sede cerca de Lolol. Así se presenta: 900 hectáreas de bosque y parras, cerros cultivados casi hasta su cima, museos del vino y del automóvil, y agréguese una copa de tinto para degustar y despertar la lengua.

    Subimos a uno de sus cerros en teleférico y miramos el verdor y orden de los viñedos que terminan hasta que se nubla la vista. Llegamos hasta donde hay una ruca mapuche (con objetos cotidianos y personales de la machi), una Puerta del Sol (reproducción de la original del Lago Titicaca en Bolivia, que data de hace 1.500 años), un moái, un planetario y el observatorio astronómico Cerro Chamán. Sí. Todo en un solo cerro. El observatorio tiene algunos meteoritos que la curiosidad invita a levantar. Sin embargo no pude ni moverlo, porque su peso es mucho mayor al de una roca normal de 60 centímetros de largo.

    Lo que sí se puede levantar con más facilidad son las copas de tinto o blanco. Y en la Viña MontGras, ubicada cerca de Palmilla, lo saben. Por eso, ofrecen la posibilidad de crear nuestro propio vino y llevarlo a casa, mezclando tres cepas distintas, incluyendo el embotellado, corchado, capsulado y etiquetado. Algo así como ser enólogo por un día. Además, para aquellos que deseen beber sin culpa, también -en la misma viña- hay paseos en bicicleta o trekking, o recorridos en carruajes por el lugar.

    Colchagua y el aire

    Entre los viñedos, los viajes también son por el cielo. Por eso, a las 7:15 comienza un recorrido en globo aerostático que viaja por una hora por los alrededores de Santa Cruz, Peralillo y Marchigüe. Arriba se puede "picotear" y beber espumantes. La idea es viajar con el amanecer y así aprovechar los primeros rayos del sol que iluminan las viñas de la Ruta del Vino, los campos, lagos y animales que despiertan a esa hora.

    Desde el cielo, sin duda, la vista es distinta. Aún se observan calles de polvo y campesinos madrugando en las faenas, muchos de los cuales hace algunas horas disfrutaban de la vendimia. Aquí, sin embargo, la fiesta vendrá algún otro fin de semana, ya sea en rodeos, trillas a yegua suelta o bailes, donde se invita a alguna banda de cumbia o ranchera para celebrar la vida. Todo esto, tras cualquier catástrofe, es lo que siempre importa.

    "Desde el cielo, sin duda, la vista es distinta. Aún se observan calles de polvo y campesinos madrugando en las faenas, muchos de los cuales hace algunas horas disfrutaban de la vendimia."


    Distintos precios para quedarse

    Para alojar en Santa Cruz hay para todos los bolsillos. Desde hoteles hasta el arriendo de cabañas. Refugio Nativo ofrece cabañas para 4 personas, totalmente equipadas, con acceso a piscinas, quincho y estacionamiento. El valor es de $70.000 la cabaña por noche. Para más información visita www.refugionativo.cl.


    El Museo de Colchagua

    El Museo de Colchagua está ubicado en el corazón de Santa Cruz y es considerado el museo privado más grande de Latinoamérica. Posee artes precolombinas, un museo que replica el rescate de los 33 mineros de la mina San José, ferrocarriles, cultura de los incas, huasos y de la Guerra del Pacífico, entre otros detalles. Más información en www.museocolchagua.cl.


    Para asistir a las otras vendimias

    Para quienes no alcanzaron a ir a la fiesta de Santa Cruz, el próximo 31 de marzo y 1 y 2 de abril se realizará la fiesta de la vendimia de Peralillo, localidad ubicada a tres horas de Santiago y que reunirá a las viñas del valle de Colchagua que presentarán sus nuevos productos. La entrada es gratis. Más información en www.muniperalillo.cl.

    12 distintos tours por las viñas se pueden conocer en www.rutadelvino.cl.

    60 minutos duran los paseos en globo que se pueden reservar en en www.flotar.cl.

    1996 fue el año en que se creó la Ruta del Vino. La asociación agrupa 13 viñas.

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