por álvaro peralta / @dontinto

Para muchos chilenos cuando se habla de trufa se piensa en esas potentes bolas de chocolate, rellenas con más chocolate, tan típicas de nuestras tiendas de bombones. Incluso más, las trufas de chocolate se venden también en puestos callejeros y hasta a la salida de las estaciones del Metro. Son, en realidad, un pencazo de azúcar que parece que a todos les gusta. Sin embargo, hoy queremos hablar de otra trufa. En estricto rigor, la verdadera. Se trata de un hongo comestible que crece en las raíces de ciertos árboles, donde hay mucha humedad, y que posee un sabor muy potente pero a la vez agradable. Muchos la primera vez que prueban la trufa la podrían confundir con el ajo, pero no es lo mismo. Se trata de algo fragante que mezcla aromas y sabores complejos. Tiene algo de chocolate, algo de hongo obviamente y de tierra; pero que funciona perfecto como para darle un toque muy particular a muchas recetas. Por lo mismo, es excelente para usarla -rayada- sobre un buen trozo de carne, un risotto, un plato de pastas o unos huevos. Estos últimos, se llevan de verdad fenomenal con la trufa. Ahora bien, quizás el único problema de este hongo es su precio. Claro, porque un kilo de trufas se puede empinar fácilmente sobre el millón de pesos. ¿Por qué? Porque es difícil de producir, tiene muy bajo rendimiento, se extrae con la ayuda de perros especialmente adiestrados para estos fines (que las encuentran en la tierra pero no se las comen) y su conservación hace que su manipulación sea muy delicada.

Ahora, las buenas noticias. Primero, que tras prácticamente una década de trabajo actualmente en Chile ya hay producción de trufas, lo que permite que los precios sean algo menores a lo que había antes. De hecho, hace poco más de 10 años un restaurante santiaguino intentó cocinar con trufas (que importaba directamente desde Italia, a precios suicidas) y los números sencillamente no le dieron. Por otra parte, además de la trufa se produce ahora en Chile el aceite de trufa, ingrediente que permite aromatizar las recetas a un costo considerablemente menor, ya que hay botellas de 250 cc. por alrededor de $15.000 y se utiliza muy poca cantidad. Además, la existencia de este producto abre la posibilidad de utilizarlo en recetas caseras y no verse obligado a ir a restaurantes para saborear las bondades de la trufa. Por lo mismo, la receta de hoy invita a eso, a cocinar con aceite de trufa en casa. A darse un gustito que resulta mucho más barato que años atrás.

"Muchos la primera vez que prueban la trufa la podrían confundir con el ajo, pero no es lo mismo. Se trata de algo fragante que mezcla aromas y sabores complejos."

- 4 huevos

-300 gr. de champiñones (París)

-200 gr. de callampas secas

-300 gr. de champiñones ostra

-1 cebolla

-½ atado de cilantro

-1 bolsa de té

-sal, pimienta, aceite de oliva y aceite de trufa

1Preparar una taza de té corriente, esperar que se entibie y luego hidratar en la infusión las callampas por 15 minutos. Después, escurrir, picar en trozos pequeños y reservar. Cortar en láminas los champiñones París y en trozos grandes los ostra. Reservar.

2 Pelar la cebolla, cortarla en pluma y también reservar. A continuación, calentar una sartén con un poco de aceite de oliva y saltear los champiñones, callampas y la cebolla. Cocinar por unos minutos y cuando comiencen a dorarse los champiñones salpimentar la mezcla. Además, agregar un chorrito de aceite de trufa para saborizar. Retirar la sartén del fuego y reservar.

3En un bowl grande romper los cuatro huevos y batirlos bien. Agregar una pizca de sal y verter dentro el salteado de cebolla y champiñones. Cortar el cilantro lo más finamente posible y agregarlo al bowl. Revolver todo y luego verter la mezcla en un sartén con aceite de oliva mezclada con aceite de trufa (otro chorrito). Cocinar tres a cinco minutos por lado, retirar del fuego, partir en cuatro y servir rápidamente.

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