por álvaro peralta / @dontinto

Este lunes 15 se celebra el Día de la Comida Chilena, tal como se viene haciendo desde el 2009, a raíz de un decreto presidencial que estableció esta fecha como el día en que homenajeamos a nuestra gastronomía. Y a raíz de esta efeméride, está claro que más de alguno vendrá con la eterna y latera cantinela de que si existe o no la comida chilena. Y para -según ellos- fundamentar esta interrogante volverán una vez más con lugares comunes como que la empanada es gallega, que las sopaipillas son mexicanas y que la cazuela la sirven en toda América. Sin embargo, lo cierto es que sí existe la comida chilena. Están nuestros platos más típicos y tradicionales; nuestros sánguches (antiguos y nuevos); están las preparaciones nuevas o versiones mejoradas de platos de antaño que están sacando las generaciones de cocineros jóvenes; está también esa comida casera que poco a poco incluye en su repertorio elementos de cocinas foráneas, como la peruana o la venezolana. Y está incluso la comida extranjera, que se desarrolla cada vez más en Santiago, en cocinas públicas y privadas. Todas estas cocinas son chilenas. Porque lo que define a la cocina de un país es quiénes la preparan y la consumen, además del territorio en donde se desarrollan.

Así las cosas, un asado dominguero, aunque cuente con empanadas, choripanes y carne a la parrilla; será un asado chileno y no argentino si se desarrolla -por ejemplo- en Santiago. Además, aunque ciertas preparaciones y rituales se repitan de país en país, nunca son iguales. Volviendo al ejemplo del asado, solo tres detalles: acá la empanada llevará comino y en Argentina no. Acá tendremos pebre y al otro lado de la cordillera salsa criolla. Acá tomaremos piscola de bajativo y en el país del tango fernet. En resumen, tenemos una cocina propia con una paleta de sabores que se va enriqueciendo de la mano de los inmigrantes que llegan a nuestro país y los mismos chilenos que salen a conocer el mundo y sus sabores. Así que cuando le vuelvan a preguntar si existe la comida chilena no dude en responder afirmativamente.

En una olla con un poco de aceite sofreír la cebolla con ají de color, cuidando que no se queme. Luego, agregar el charqui más un poco de sal, orégano y comino más un par de cucharadas de salsa de ají. Agregar el caldo de carne y cocinar unos veinte minutos. Mientras tanto, procesar en una licuadora el pan remojado y el zapallo cocido. Una vez que el caldo esté listo, agregarle esta mezcla y revolver para que todo se espese. Salpimentar y emplatar. Agregar un poco de perejil recién picado en cada plato más un chorrito de jugo de limón y un huevo crudo para que se cueza con el calor del caldo. Servir inmediatamente.