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¿Dormir con gatos? Estos son los beneficios y desventajas de hacerlo
Compartir la cama con un minino puede ser excelente emocionalmente, pero también derivar en problemas de salud.
Ignacio Arriagada M.
Tener un gato era, en 2022, el mayor deseo para Alexander Ruiz tras independizarse y arrendar un departamento en Valparaíso. Meses antes de cumplir su anhelo le preguntó a amigos con mascotas y leyó artículos relacionados con el cuidado y las responsabilidades asociadas a la tenencia de un felino. Luego de comprometerse a cumplir con todos los requisitos este joven porteño adquirió un minino macho, al que llamó "Firu". La ternura que causaba este animal motivó a Alexander a cederle un espacio de su cama para dormir. Sin embargo, con el paso de los meses conciliar el sueño en la noche le era complejo.
"Al 'Firu' yo lo iba a tener unas semanas en la cama porque era chiquitito, pero terminó quedándose ahí (...) Cuando cumplió cuatro meses y estaba crecido comenzó a despertarse en las noches, se bajaba y se subía de la cama. Esto causaba que yo no durmiera bien y me despertaba varias veces en la madrugada. Finalmente, con mucha pena, tuve que reubicarlo", recuerda Alexander.
Esta experiencia demuestra que compartir la cama con un felino puede alterar, en ciertas ocasiones, la salud y el bienestar tanto del humano como del animal.
Dos expertos compartieron con este medio las principales ventajas y desventajas para que las personas tomen una adecuada decisión respecto a este tema.
Ventajas
La presencia de un gato en la cama provoca un efecto calmante y tranquilizador en las personas. También puede contribuir a reducir problemas de salud mental.
"Estudios indican que el ronroneo de un felino está asociado a la liberación de endorfina, que es una hormona que produce una sensación de placer, de bienestar, en la gente (...) El amo de un gato tendrá menos estrés y ansiedad al tenerlo en su cama", detalla Víctor Fuentes, adiestrador de mascotas con ocho de años de experiencia.
Otro beneficio es el fortalecimiento del vínculo emocional y afectivo entre el amo y el animal. "Siempre se ha pensado que los gatos son totalmente ariscos, pero no es así. Si ellos permanecen en la cama es porque, además de estar cómodos, están felices, se sienten bien de compartir con su cuidador. Lo mismo experimenta la persona (...) Dormir juntos promueve una relación sólida y satisfacoria", indica Fuentes.
Un minino se caracteriza por tener una audición y olfato desarrollado, por lo tanto, siempre estará alerta ante cualquier situación de riesgo. "Sus excepcionales sentidos de ellos (los gatos) los convierte en un agente de protección (...) Ante un ruido extraño o presencia de alguien extraño harán algo", asegura el educador.
Desventajas
Como hay ventajas, también hay aspectos negativos que deben ser tomados en cuenta a la hora de compartir una cama con un gato. Uno de ellos es la capacidad de transmitir infecciones o provocar alergias.
"Si la mascota sale de casa y se relaciona con gatos que están enfermos o tienen pulgas o parásitos es probable que cuando duerma con su cuidador le transmita infecciones (...) El pelo del gato también puede provocar alergia en las personas", advierte Paola Mujica, médico veterinaria y docente de la Universidad de Las Américas.
Los mininos también pueden afectar la calidad del sueño de una persona. "Como son animales que usualmente disfrutan de la noche, se levantan en reiteradas ocasiones o se mueven mucho por la cama para llamar la atención de su cuidador", señala la especialista.
"El ronroneo de un felino está asociado a la liberación de endorfina, que produce bienestar en las personas.
víctor fuentes, adiestrador de mascotas"
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Los perros son capaces de reconocer los nombres de objetos que conocen
Estos animales activan en su mente la representación mental correspondiente.
Los perros entienden más de lo que parece, y además de sentarse o acudir cuando los llaman sus dueños, científicos han descubierto que son capaces de reconocer palabras que representan objetos.
Para llegar a este hallazgo expertos de universidades de Hungría y Noruega hicieron que 18 dueños de canes pronunciaran palabras para juguetes que sus mascotas conocían y luego les presentaran los objetos.
A veces mostraban el juguete que correspondía, mientras que otras le mostraban algo que no era. Por ejemplo, un dueño llamaba a su perro y le decía "la pelota", y le presentaba la pelota. En otras ocasiones le decía el nombre pero le mostraba un elemento que no era, con el objetivo de ver cómo reaccionaba. Todo las actividades cerebrales generadas por estas pruebas eran registradas por los especialistas.
Los resultados arrojaron un patrón diferente en el cerebro cuando se mostraba a los canes un juguete que coincidía con la palabra mencionada con otro que no correspondía.
"La respuesta cerebral de los canes es similar a la observada en humanos y se acepta ampliamente como prueba de que entienden las palabras", concluyó la investigación.
18 canes participaron en pruebas de reconocimiento y análisis cerebrales.