• Plan antiesmog: industria y Gobierno minimizan posible efecto del "segundo auto"

    Menos días de prohibición, más transporte público y el interés de regiones evitarían que capitalinos compren otro vehículo sólo para evitar restricción permanente de catalíticos.

    Diego Gotelli C.

    Seis de cada 10 vehículos dejarán de circular por la capital al menos una vez por semana desde mayo del 2018, cuando entre en vigencia la restricción permanente para autos catalíticos en la región cuyo año de fabricación sea anterior al 2012.

    La medida, parte del nuevo plan de descontaminación "Santiago Respira" aprobado por Contraloría, afectaría a cerca de un millón de vehículos, el 62% de un parque catalítico capitalino que llega a 1,7 millones.

    Por considerárseles mayores emisores de material particulado fino, tendrán una restricción diaria similar a la que aplica a los sin sello verde, dejándolos fuera de las calles como mínimo 16 días al año, entre mayo y agosto.

    "El objetivo de la restricción es bajar la congestión para poder hacer que las emisiones por cada vehículo se reduzcan, pero lo más importante es que habrá una renovación acelerada del parque vehicular, reduciendo las emisiones en forma estructural", dijo el ministro de Medio Ambiente, Marcelo Mena.

    Según la autoridad, con esta restricción se espera que quienes tengan autos anteriores al 2012, año que se implementó la norma Euro V, opten por renovar sus vehículos.

    La medida, en países como Colombia, México o Ecuador tuvo como efecto que los afectados compraran un segundo auto a fin de burlar la restricción, lo que terminó elevando la congestión, pero para Mena esto no sería una amenaza en Santiago ya que se realizó un "diseño inteligente" en el plan.

    El seremi de Transportes, Matías Salazar, profundizó en la afirmación, explicando que la iniciativa tiene tres ventajas: un periodo más corto de prohibición en comparación a, por ejemplo, los cuatro meses de restricción actual para los no catalíticos; la elección del calendario de restricción mediante un sorteo anual; y el fortalecimiento del transporte público con más líneas de Metro y la licitación del Transantiago.

    "Es probable que alguna gente renueve sus vehículos y, por otro lado, que exista un grupo de personas que deje el automóvil y se pase al transporte público", comentó. Sobre los autos antiguos, Salazar prevé que se irán retirando hacia las regiones.

    La misma impresión tiene el presidente de la Cámara de Comercio Automotriz de Chile, Carlos Dumay, quien ve en el resto del país un buen mercado para los vehículos usados. "Las distancias que se recorren en la capital son menores a las que se recorren afuera, entonces son vehículos que llegan con menos kilometrajes y los hace más atractivos", afirmó.

    Para él, pese a que es posible que se den casos del segundo auto, es más probable que la gente renueve, ya que "no son tantos días", y porque los cinco años de fabricación habilitados dan margen para no optar necesariamente por un cero kilómetros.

    cerca de 1 millón de autos catalíticos fabricados antes del 2012 se verían afectados por la restricción.

    la medida regirá entre los meses de mayo y agosto con un calendario similar al que se aplica para los no catalíticos.

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  • Comenzó con clases de surf

    Por Paulina Flores

    Agustín Poblete. Sus padres se divorciaron cuando tenía 11 años y durante mucho tiempo estuvo triste: "Pero ahora que mi papá se fue a vivir a la playa comencé a verle el lado positivo. Están más tranquilos y felices, y yo puedo ver el mar todos los fines de semana".

    Se va los viernes en la tarde, después del colegio: "A veces mi papá viene a buscarme en auto, pero la mayoría de las veces me voy solo en bus. Me devuelvo el domingo en la noche. En la casa de mi papá tengo una pieza para mí solo, un escritorio, ropa y próximamente una tabla de surf. Fue el regalo que pedí para Navidad".

    Hace mucho que quería aprender a surfear y comenzó con clases hace dos semanas: "Es más difícil de lo que pensaba. En la primera clase no pude seguir bien el ritmo. Había gente de todas las edades, hasta señores de 50 años. A cada uno se nos entregó una tabla más grande y pesada que las típicas, porque flotan con más facilidad en las olas. En la arena nos enseñaron el movimiento básico, después trotamos un poco para calentar y por fin nos metimos al agua. Aunque igual me puse algo nervioso, pero yo creo que más por ansiedad. Sólo nos deslizamos en las olas de la orilla, que se llaman 'espuma'. El instructor me ayudó, pero no pude pararme al tomar la primera ola, ni la segunda, ni la tercera. Me empecé a frustrar después de tantas caídas, pero después de casi una hora y media pude lograrlo. Al otro día asistí de nuevo y avancé un poco más. Aprendí que mejorar sólo depende de practicar y tener paciencia".

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