De los tantos malestares autodiseñados, hay uno muy recurrente en nuestra vida laboral. Uno que podríamos llamar la neurosis de ser un fraude. Me refiero a esa impresión íntima de ser un pequeño estafador no voluntario, pero que mantiene una mentira frente a las expectativas de los demás.

Fantasma de estafa que puede encarnarse en diversos cuerpos del delito. Uno predilecto es la duda rumiante respecto del saber, esa paranoia de que a uno le falta el conocimiento necesario para empezar algo, para tomar un cargo o proyecto deseado. Generando un estanco directamente proporcional al deseo: mientras el objetivo esté investido de mayor relevancia, el estafador imaginario más se paralizará. Disculpen lo añejo del ejemplo para ilustrar esta versión de la neurosis del farsante, pero es altamente pedagógica.

Me refiero al rechazo de nuestro Lucho Jara a la conducción del festival de Viña, que lejos de tratarse de un desaire de divo, justifica su respuesta con esa honestidad autopunitiva del que se declara sin la suficiente experiencia. Y claro que no podía tener la misma que su antecesor, pero la torpeza de Jara -aunque posiblemente para él bajo el signo de la nobleza de evitar ser un farsante y tomar un cargo que consideraba le quedaba grande- fue la de suponer que para tomar una nueva empresa se requiere de la acumulación de saber y no, de un "saber hacer" con lo que se tiene y aún más importante, con lo que no se tiene. Me explico: llega un joven Sergio Lagos, quien en ese momento tenía un comprobable hándicap de tiempo de ejercicio en la TV respecto de Luchito, pero tiene la desfachatez de tomar la conducción del certamen, no desde un conocimiento, sino que por el contrario, desde las ganas de asumir algo que desconoce. Posiblemente entendiendo que el saber práctico, se adquiere ahí, justamente, en la práctica.

Cuando nos ponemos Luchito, fácilmente podemos dejar pasar oportunidades, con la convicción falsa -para justificar la cobardía- que en algún momento estaremos listos para poder tener nuestra fiesta de estreno en la vida. Momento que, por supuesto, bajo esta consigna del saber idealizado, difícilmente llegará. Quizás este es el polo extremo del estancamiento provocado por evitar ser un timador.

Pero más acá de ese borde, esta inquietud interna la podemos vivir cuando una vez tomado un cargo o proyecto que se nos ha confiado, comenzamos a dudar de nosotros mismos y sentimos que efectivamente engañamos porque no estamos a la altura de las expectativas. Empantanándonos en el barro de las dudas, de nuestras carencias y de la envidia -disimulada o no- hacia quienes les atribuimos más saber. Muchas veces autogenerando que nos den la patada no por falta de conocimientos, sino que por andar tambaleando y reclamando producto de nuestra inseguridad; y, paradójicamente, descuidando la oportunidad de aprender a hacer eso nuevo.

Otra versión de la neurosis del estafador es la de ser un copión, un ladrón de ideas. Esa sospecha de no ser tan originales. Como si la consigna fuese inventar desde la nada. Cuestión estructuralmente imposible, porque estamos hechos de los otros, de sus ideas, de sus deseos; y en ese entramado hacemos alguna combinación que nos da una particularidad. Pero aspirar a inventar algo que nadie haya pensado en algún grado, es una ingenuidad respecto de cómo surgen las ideas en la cultura - siempre en paralelo- y que garantiza ser ese que se cree genio en potencia: sueña con un éxito, pero postrado en su propia cárcel sin barrotes.

"Cuando nos ponemos Luchito, fácilmente podemos dejar pasar oportunidades, con la convicción falsa -para justificar la cobardía- de que en algún momento estaremos listos para poder tener nuestra fiesta de estreno en la vida.

Por Constanza Michelson / @psicocity

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Matías Peralta F.

Durante los últimos años la obesidad infantil se ha transformado en un problema mundial. Es por eso que el prevenir esta enfermedad, que afecta a millones de niños en el mundo, se ha convertido en una prioridad para muchos investigadores.

Un estudio realizado por el instituto Kaiser Permanente's Center for Health Research, EE.UU., concluyó que un recién nacido de tamaño normal, proveniente del vientre de una madre que incrementó su peso durante el embarazo, aumenta las posibilidades de que éste sea obeso.

La investigación, una de las más grandes en el área, siguió a poco más de 24 mil madres y sus hijos en un curso de 10 años. Uno de los resultados más alarmantes fue que todos los niños nacidos de madres con altos niveles de azúcares y grasas, aumentaron sus probabilidades de ser obesos. En el caso de las mujeres con los más altos niveles de azúcar en la sangre, los recién nacidos llegaron a a un 30% más de probabilidades de padecer obesidad infantil.

Además, no solo el azúcar en la sangre de la madre influye en el peso de un niño. El estudio reveló que si las madres sólo padecen sobrepeso durante el embarazo, los niños tienen un 15% más de probabilidades de sufrir de un bajo metabolismo y tener sobrepeso hasta llegada la adolescencia.

Cuidar el metabolismo

"Uno no puede asumir que si un recién nacido nace con un buen peso, está en condiciones normales", aseguró Teresa Hillier, endocrinóloga y líder del estudio llevado a cabo en Estados Unidos, haciendo hincapié en que el peso de una guagua no tiene validez en el desarrollo corporal del infante.

"Hay una ventana crítica relacionada con que si se altera la nutrición, se altera el metabolismo de una forma permanente", agregó Hillier en su informe, que alude principalmente al cuidado corporal de la mujer embarazada, debido a que cualquier problema relacionado con el peso y mala alimentación de ésta, puede afectar de forma permanente el metabolismo del bebé que está por nacer.

"Uno no puede asumir que si un recién nacido nace con buen peso, está en condiciones normales

teresa hillier, endocrinóloga

En el Instituto Karolinska de Estocolmo, en Suecia, se están haciendo pruebas con Degarelix, un medicamento usado para tratar el cáncer de próstata y que bloquea la secreción de testosterona, la principal hormona sexual masculina. El objetivo es elaborar un programa de tratamiento preventivo para los hombres con trastornos pederastas, para impedir las agresiones sexuales a niños.

Australia añadió 49 especies de flora y fauna a la lista de especies amenazadas y en peligro de extinción, incluyendo el canguro ratacolipeludo, el loro swift y varios tipos de albatros y orquídeas. Algunas de las especies sólo se encuentran en Australia. Nueve están en peligro crítico, mientras que un helecho fue etiquetado como extinguido.