• Cómo sobrevivir al calor y al desorden de Managua con playa dulce y cerveza barata

    Nicaragua tiene una capital caótica, un calor que ahoga, lugares que se parecen a Cuba y comida que recuerda a México. Las ciudades aledañas tienen lagos refrescantes, paseos coloniales e historias de asesinos y poetas. hoyxhoy estuvo ahí.

    Arelis Uribe

    Lo primero que impacta es el calor. Nicaragua está en el cuello de América Latina, donde hay sólo dos estaciones: la seca (verano) y la húmeda (invierno). Y en ambas hace un calor pegajoso, con el que se suda como una cerveza sacada del refrigerador en verano.

    Lo segundo, el caos. En Managua, las calles no tienen nombre ni veredas y el paisaje es una mezcla de rotondas Grecia y avenidas de Estación Central. Los "nicas" cuentan que después del terremoto del 72, la ciudad se reconstruyó a pulso. Por eso el centro no es como un ajedrez y las direcciones son tipo: "Del Gimnasio Hércules, cuatro cuadras lago (norte) y una arriba (oriente)", o "de la Pastelería Sampson, dos cuadras sur y otra abajo (poniente)".

    Aun así, la comida, la cerveza barata y los lagos transparentes hacen que la capital valga la pena.

    Entre cuba y méxico

    En Managua, la propaganda recuerda a Cuba y la comida, a México. Existe una rotonda Hugo Chávez (con el rostro del ex Presidente elaborado con lucecitas led) y un muelle Salvador Allende; especie de barrio Bellavista donde se puede tomar cerveza por 40 córdobas (mil pesos) y donde hay un monolito con la figura de Allende y la de Víctor Jara.

    La comida típica sabe a México, por las tortillas de maíz, el frijol rojo y el nacatamal, algo así como una humita que lleva papa, arroz y cerdo, envuelta en hoja de plátano. También sabe un poco a Colombia, por el café de elaboración nacional, las tajadas verdes y los tostones (distintas presentaciones del plátano verde). El desayuno es más bien un almuerzo: huevos rancheros (huevos fritos, tortilla, salsa de tomate) o carne con gallo pinto (arroz con poroto rojo). Se piden en cualquier restorán y el precio varía entre los 120 y los 200 córdobas ($3 mil y $5 mil), dependiendo de lo lujoso del lugar.

    Vosear y madrugar

    En Nicaragua se vosea, igual que en Argentina y Uruguay. Hablan de vos, tenés, vení, mirá. Llaman guaro al trago, maje a las amistades y diacachimba a algo bacán.

    Amanece a las cinco de la mañana y a las seis la gente hace lo que en Chile se hace a las ocho: salir a trabajar, tomar la micro. El transporte público son las caponeras (mototaxis con forma de huevo), los taxis (que funcionan como colectivos) y las micros: buses escolares gringos, que todavía dicen School Bus, o furgones donde caben máximo 20 personas. Y en estos últimos hay que embarcarse para turistear.

    Navidad cada noche

    A las seis de la tarde ya está oscuro y la ciudad se ilumina como en Navidad. Las micros se enchulan con ampolletas led, las estatuas de Rubén Darío y Sandino se marcan con guirnaldas de luces navideñas y se encienden los árboles de la vida: gigantes de metal -de color amarillo, fucsia o verde-, altos como un aviso de carretera, dispuestos a los costados de las avenidas. Como turista, me gustan. Pero acá son punto de conflicto.

    Un periodista dice que son ridículos y disfrazan Managua a lo Willy Wonka. Una amiga economista se indigna de que el gobierno haya gastado 3 millones de dólares en esos "monstruos metálicos", en el tercer país más pobre del continente.

    Nicaragua tiene esas particularidades, pero también similitudes con Chile. Por ejemplo, las marcas en el supermercado (gracias, globalización), el acoso callejero o que también es un país exportador de materias primas. Estar aquí hace pensar que viajar por Latinoamérica es como mirar el rostro de hermanas o primas, cuyos rasgos distintos igual delatan una esencia, un origen común.


    Ciudad León: de asesinos y poetas

    A dos horas de Managua está Ciudad León, donde murió Rubén Darío y nació Anastasio Somoza. La casa museo del poeta cuenta su vida: estuvo en Chile y fue un prolífico escritor. En la Catedral frente a la plaza principal está su tumba, custodiada por un león de mármol. Cerca de allí está la casa donde Rigoberto López Pérez, quien además de tipógrafo, fue poeta. En la biblioteca de la Universidad de Managua, en León, están sus textos. Uno dice: las flores de mis días siempre estarán marchitas si la sangre del tirano está en sus venas.

    entrada a las casas museo: aporte voluntario.


    Una maravillosa playa de agua dulce

    La Laguna de Apoyo está a una hora del centro de Managua. En el lugar hay hostales con wifi y se pueden comer platos de la cocina nicaragüense, los que hay que pagar en dólares. Se puede ir en plan de quedarse por varios días, pero también se puede conocer por una tarde. El paisaje es verde y tupido. La laguna es amplia y profunda como el mar. El agua es tan limpia que se ven los peces y es tan tibia que casi no refresca. Se puede hacer kayak o dormir siesta sobre una hamaca cerca de la orilla. Ideal para leer y nadar.

    pase diario para bañarse en la laguna: 5 dólares ($3.300).

    28 córdobas equivalen a 1 dólar. Con las dos monedas se puede pagar en varios cafés y restoranes.

    31°C es la temperatura máxima promedio, durante todo el año, en Managua.

    wifi gratis Todas las plazas de Nicaragua tienen este servicio de manera gratuita.

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