por katherine salosny / @kathysalosny

Desde hace una semana que estamos viendo todos los días en la prensa y noticiarios la grave crisis de contaminación que están viviendo en Quinteros, Ventanas y Puchuncaví. 300 personas intoxicadas entre niños, adultos y hasta hospitalizados.

Hemos visto cómo los niños y niñas y sus familias han salido a la calle a denunciar que "Quieren Vivir", como decía un letrero que sostenía una en la marcha que realizaron desde Quintero hacia la zona industrial y con sus habitantes portando banderas negras.

Hemos visto también en la prensa que los jóvenes y niños no pueden salir a sus patios, que tienen los gimnasios tapiados para que no entre el aire tóxico. Recuerdo también sendos reportajes de años anteriores en que mostraban cómo los hombres que trabajan en la industria del sector se han muerto de cáncer jóvenes. O cuando en la escuela La Greda hace 8 años, 40 personas resultaron intoxicadas por emanaciones tóxicas. De ellos, 30 eran niños.

Se habla de "eventos" cuando ocurren este tipo de situaciones y las empresas del sector se disculpan o se echan culpas unos a otros. Y aunque se supone que el Estado ha tomado medidas para que esto no ocurra, sigue pasando, lo que provoca un serio peligro para la población del lugar, lo que termina siendo finalmente una manera de matarlos de a poco.

Cuando era niña y vivía en Viña del Mar nuestros paseos eran ir a Horcón. Cuando pasábamos por afuera de Ventanas teníamos que cerrar las ventanas por el horrible y fuerte olor que había. Me acuerdo que me daba pena mirar el lugar. De eso ya pasaron más de 40 años y lo dramático, es que hoy es peor.

Cada año nos enteramos de algún evento tóxico, de una nube tóxica, de derrames de petróleo en sus costas, del drama de los pescadores del sector que cuentan que ya casi no tienen qué recolectar o sacar del mar, que los sectores de cultivo están muertos, que ya no hay flores, ni plantas, ni árboles que puedan germinar en esta tierra que alguna vez fue fértil. Me pregunto qué es lo que tiene que pasar para que se tomen medidas efectivas.

Esto se está transformando en algo endémico y finalmente nadie lo termina de resolver. Como con otros emergencias que saltan cada cierto tiempo y que nos acostumbramos a aceptar. Porque al final nos parece inaceptable, pero sólo dura un pataleo.

Por eso creo que esto ya no es una alerta amarilla, como se ha catalogado, sino una alerta roja.

"Me pregunto qué es lo que tiene que pasar para que se tomen medidas efectivas en estos casos."

Michael Seguel

Independiente del motivo por el que perdió el trabajo, cualquier empleado está protegido, por ley, con Seguro de Cesantía. En el sitio web de los Administradores de Fondos de Cesantía, AFC Chile, se precisa que a través del Seguro Individual de Cesantía se registran los abonos, cargos efectuados y los saldos correspondientes, los que se pueden usar en caso de quedar sin fuente laboral.

Los principales abonos vienen de las cotizaciones obligatorias aportadas por los trabajadores y empleadores cuando hay un contrato indefinido, y sólo por empleadores, en caso de contrato a plazo fijo, por obra, servicio o faena.

Gonzalo Canales, ejecutivo de AFC, explicó que quienes pueden cobrar el beneficio son cesantes que presenten su carnet y finiquito legalizado. En caso de que tenga contrato indefinido, debe haber hecho un mínimo de 12 cotizaciones para cobrarlo. "En el caso de que haya tenido contrato a plazo fijo, debe tener al menos seis cotizaciones en su cuenta", añadió.

El dinero del seguro se puede cobrar de varias formas: en efectivo (servipag), con depósito en una cuenta corriente o rut, o cobrarse por vale vista. El monto que se entregará la primera vez será el 70% del promedio de las últimas 12 cotizaciones.