• Secuelas de impacto de sonda y asteroide se vieron desde Chile

    Investigaciones pueden servir para entender el cosmos y hasta el origen de la vida.

    Agencia EFE

    Dos equipos de astrónomos observaron las secuelas de la colisión de una sonda de la NASA con un asteroide gracias al Gran Telescopio (VLT) instalado en Chile por el Observatorio Austral Europeo.

    La sonda DART colisionó con el asteroide Dimorfos a 11 millones de kilómetros de la Tierra, en una prueba controlada de defensa planetaria, y los resultados de las observaciones se publican ahora en dos artículos científicos que buscan arrojar luz sobre la composición del asteroide en base al material expulsado por el impacto.

    Un equipo de la astrónoma Cyrielle Opitom, de la U. de Edimburgo, Reino Unido, examinó por un mes la evolución de la nube de fragmentos expulsados por Dimorfos, que resultó ser más azul que el asteroide. Estudiaron también estructuras como espirales de color rojizo que se formaron en los días posteriores a la colisión.

    "No se espera que los asteroides contengan cantidades significativas de hielo, por lo que detectar cualquier rastro de agua habría sido una sorpresa", declaró Opitom.

    Otro grupo, dirigido por Stefano Bagnulo del Observatorio y Planetario de Armagh, examinó cómo la superficie de Dimorfos se vio alterada por el impacto.

    Bagnulo explicó que cuando la luz solar se dispersa por la superficie o por la atmósfera de un cuerpo celeste se polariza. En Dimorfos detectaron que cayó de forma abrupta y qel brillo general aumentó. "Tal vez el material excavado por el impacto era intrínsecamente más brillante y menos polarizado que el material presente en la superficie, ya que nunca estuvo expuesto al viento solar ni a la radiación solar", conjeturó.

    Otra opción es que las partículas expulsadas por el impacto fueran más pequeñas que las de la superficie del asteroide y con ello, reflejasen mejor la luz.

    Los restos de otro asteroide también arrojaron novedades, esta vez Ryugu, cuyas muestras traídas a la Tierra por la misión japonesa Hayabusa2 en 2020 siguen revelando su composición. Ahora los científicos encontraron moléculas orgánicas, vitamina B3 y uracilo, que es uno de los componentes básicos necesarios para formar el ARN. Esos hallazgos sugieren que nucleobases como el uracilo, tienen un origen extraterrestre y llegaron a la Tierra a través de meteoritos ricos en carbono pudiendo propiciar la vida.

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