• "No recuerdo nada comparable en el comienzo de ningún gobierno"

    Uno de los analistas más influyentes en la relación de los vecinos norteamericanos y la región del sur cree que el Mandatario no podrá levantar el muro en los términos prometidos. Estima que es posible que restricciones se extiendan a otros países latinoamericanos.

    Luis Alberto Pino Gumucio

    Michael Shifter es una de las voces más autorizadas en Estados Unidos en las relaciones con América Latina. Al frente de Diálogo Interamericano, influyente centro de investigación y discusión con sede en Washington, su análisis aparece en medios tan prestigiosos como The New York Times, The Washington Post, Foreign Affairs y Foreign Policy, entre otros. Aquí, analiza lo que se puede venir con la nueva Casa Blanca liderada por Donald J. Trump.

    ¿Qué impresión tiene de los primeros días del Presidente Donald Trump en la Casa Blanca?

    Han sido vertiginosos, con una actividad tremenda y sin pausa. No recuerdo nada comparable en el comienzo de ningún gobierno. Trump ha salido muy fuerte a poner en práctica su retórica de campaña. Muchos creyeron que moderaría sus posiciones y se comportaría de una forma distinta, pero no. En los temas que se relacionan con América Latina ha reforzado su mirada sobre la inmigración y el comercio, y las tensiones con México son muy serias. El comienzo de este gobierno ha acrecentado muchas de las preocupaciones presentes en la campaña. Hay que tomar en serio lo que dijo en campaña, ya que está haciendo lo que prometió.

    ¿Cómo cree que evolucionará la polémica por el muro con México?, ¿de qué forma podría redefinir las relaciones?

    Depende de si algunas de las personas senior en el gobierno tienen la autoridad para llevar adelante políticas, gente como John Kelly (secretario de Seguridad Interior), quien conoce México y América Latina, James Mattis (secretario de Defensa) y Rix Tillerson (secretario de Estado). Si bien Tillerson no tiene experiencia en política exterior, creo que será más pragmático y precavido en su acercamiento y entenderá la enormidad de lo que está en juego en la relación con México. Esto va a ser puesto a prueba muy pronto, con su visita a México. Nuestro Presidente, a veces, dice cosas impulsivas, ofensivas y que ya han causado mucho daño a la relación entre México y EE.UU. La esperanza es que las cosas vuelvan a su curso una vez que los secretarios responsables de la política hacia México tomen más control. En cuanto al muro, algo pasará en la frontera por razones políticas, pero puede que no sea el tipo de muro que Trump ha descrito, sino algo más modesto, que satisfaga las preocupaciones políticas, pero que no agrave la relación con México. EE.UU pagará por este muro, encontrará la forma de pagarlo. La insistencia en que México pague es absurda y no tiene ninguna posibilidad de ocurrir. Todo dependerá de cómo funciona este gobierno, muy complicado, con distintos centros de poder que se están fusionando y que discrepan sobre los acercamientos y el estilo. La visita de Tillerson a México nos darán algunas ideas.

    ¿Cree que las actuales y potenciales nuevas restricciones migratorias relacionadas con México se pueden extender a otros países latinoamericanos?

    Eso es perfectamente posible. No veo ninguna razón por la que eso no podría pasar. Trump no es necesariamente anti México, lo que ocurre es que ha sido capaz de sacar partido de las ansiedades acerca de la inmigración, la globalización y el comercio, en lo que México es el objetivo más conveniente. Pero detrás hay una mirada del mundo, una forma de pensar que significa restringir la inmigración, lo que no está limitado a México. México es el objetivo más inmediato, porque hay más mexicanos, porque está tan cerca y porque políticamente había más que explotar, pero no es necesariamente una política específica para México.

    ¿Debería América Latina esperar alguna iniciativa política o de colaboración significativa de la actual Casa Blanca?

    Podría haber una iniciativa en seguridad. El problema de la droga es probable que sea más prominente de lo que lo fue durante el gobierno de Barack Obama. Pero no tenemos claro qué significa cooperación (para la actual Casa Blanca). Puede significar que EE.UU. define una estrategia y América Latina colabora, pero no sé cuanta consulta habrá con América Latina; no parece ser el estilo del Presidente, aunque el secretario de Estado puede ser más dado a la consulta.

    Más allá de potenciales cambios al Nafta (tratado de comercio entre EE.UU., Canadá y México), ¿ve riesgos de que Washington quiera modificar otros tratados de comercio con países latinoamericanos, Chile incluído?

    Sí. El punto en el que Trump ha sido más consistente durante un período de tiempo más largo ha sido su mirada anti comercio, que los trabajadores en EE.UU. estaban siendo dañados por estos acuerdos, que no se estaban beneficiando los intereses estadounidenses. Esa ha sido su creencia mucho antes, incluso, de que decidiera competir por la presidencia. Aunque el Nafta es llamado (por Trump) el peor acuerdo en la historia de la humanidad, no hay razones para pensar que la mirada anti comercio de Trump está limitada al Nafta.

    Pero no hay industrias automovilísticas desplazándose a países como Chile...

    Es cierto, pero desde el punto de vista de Trump todos los acuerdos han sido malos para EE.UU. Es cierto que no se compara con la relación con México, pero sí hay riesgos. Hay una mirada, expresada por su asesor senior, Steve Bannon, quien está ahora en el Consejo de Seguridad Nacional, que es muy crítica de todos los acuerdos comerciales. De manera que los que son muy diferentes al Nafta, como el TLC con Chile, ¿estoy seguro de que serán revisados, cambiados? No lo estoy, pero sí creo que hay riesgos.

    En suma, ¿puede Trump desglobalizar un mundo globalizado?

    El gobierno de Trump y sus políticas son un factor de riesgo grande y podrían actuar como un factor disruptivo de la globalización y las instituciones globales, el orden mundial que ha sido construido durante décadas. No puede terminar con la globalización, porque la globalización va más allá de Trump, pero las políticas de EE.UU., si se orientan hacia el proteccionismo, pueden ser un factor disruptivo.

    "El gobierno de Trump y sus políticas son un factor de riesgo grande. (Pero) no se puede terminar con la globalización, porque la globalización va más allá de Trump.

    michael shifter, diálogo interamericano"

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