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  • Ingenieras buscan acortar la brecha de género en las ciencias desde la experiencia

    Seis investigadoras del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI) participaron del proyecto Mujer e InGeniería, que busca acercar a niñas en edad escolar a áreas donde abunda el género masculino.

    Carolina Collins

    Como un campo árido y masculino veía la ingeniería, hasta hace pocos meses, la alumna de tercero medio del Liceo San Juan Bautista de Hualqui, en Concepción, Valentina Venegas (17).

    Como muchas niñas de su edad, hasta este año, ella ni siquiera había tenido la oportunidad de conocer a una ingeniera. Eso hasta que la invitaron a ser parte del primer grupo del proyecto Mujer e InGeniería, una iniciativa de Comunidad InGenio, área de difusión del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), entidad que agrupa a un conjunto de investigadores de la Universidad de Chile y de otras universidades para generar trabajo científico en el área de la ingeniería y desarrollar soluciones para problemas complejos en los mundos privado y público.

    Evelyn Nahuelhual, directora de Comunidad InGenio, fue la encargada de coordinar esta iniciativa. Para eso convocó a seis de los 58 investigadores del ISCI que son mujeres: Marcela Munizaga, Doris Sáez y Claudia Rahmann, de la Universidad de Chile, y Andrea Rodríguez, Lorena Pradenas y Rosa Medina, de la Universidad de Concepción.

    El ISCI financió con ayuda de los fondos Explora, de CONICYT, este proyecto enfocado "en motivar a mujeres jóvenes en el mundo de la ingeniería", detalla Nahuelhual.

    "Nunca nos habíamos preocupado del tema de la brecha de género y empezamos a ver que las cifras eran súper negativas en el área de ingeniería. Por ejemplo, del ingreso de mujeres en algunas carreras de ingeniería es menos del 20%", agrega.

    El piloto

    Como se trataba de una primera experiencia, el primer año, 2017, estuvo dedicado a la planificación del programa y a contactar los colegios que iban a ser parte de él. Tenían que ser establecimientos vulnerables y chicas que no necesariamente fueran las mejores alumnas de sus cursos.

    Rosa Medina (34), ingeniera civil industrial, académica de la Universidad de Concepción y una de las seis investigadoras que hicieron de tutoras en Mujer e InGeniería, cuenta que "tuvimos la oportunidad de visitar empresas y conocer la magnitud de los problemas, porque es diferente explicar en la sala a verlo en una empresa".

    Así fue que Valentina, junto a otras 70 estudiantes de primero a tercero medio de 17 colegios de Santiago y Concepción, fue parte de esta primera experiencia del proyecto que, más allá de acercar a las chicas a la ingeniería, buscaba crearles nuevos referentes en el área y derribar ciertos mitos que, aunque persisten, ha cambiado.

    Así lo ve Medina, quien cuenta que aunque cuando ella estaba en la universidad todos sus profesores eran hombres, hoy ve a muchas colegas que, como ella, optaron por la ingeniería.

    Si quiero puedo

    Valentina dice que los números siempre se le han dado fácilmente, pero que no sabía cómo encauzar esa habilidad. "Yo no conocía mucho de las ingenierías y me quedaron gustando varias", dice. Y es así que hoy esta estudiante de 17 años tiene claro lo que quiere hacer después del colegio: estudiar ingeniería civil bioquímica.

    Después de estos cinco meses a cargo de un grupo de escolares, Medina está conforme: "Creo que les gustó".

    Para Valentina la experiencia también fue positiva y, más allá de haber podido definir su vocación, dice que lo más valioso fue saber que "si yo quiero, puedo".

    "Yo no conocía mucho de las ingenierías y ahora me quedaron gustando varias.

    valentina venegas, estudiante de 17 años."

  • "Body positive" de las madres: muy distinto a cualquiera

    ¿Cómo nos vemos en el espejo? ¿Con rabia, con pena, con decepción, con resignación? Creo que yo me acerco al espejo con estas emociones y muchas más.

    Pero eso no es siempre, hay días en que me veo y me encuentro bien, me encuentro linda y hasta me regalo una sonrisa sólo para mí. Pero esas veces son las menos, es más, hasta vergüenza me da admitirlo y más todavía escribirlo, porque ¿cómo tú que ahora eres madre te vas a andar encontrando que te ves bien?

    Es curioso este estigma social en las madres, no obstante, ahí está instalado y pareciera ser que no se irá a ninguna parte.

    Pregunto entre otras mamás, ¿Y ustedes? ¿Cómo se encuentran frente al espejo? Y ninguna, podría ponerlo en gráficos incluso, me dice de buenas a primeras algo positivo sobre su autoimagen, hay que preguntar varias veces para sacar alguna impresión positiva, y luego, el broche de oro... "Es que desde que fui mamá" o "ahora que soy mamá ya no tengo tiempo ni de arreglarme o pensar en esas frivolidades".

    Entonces se nos va de las manos algo que es esencial a nuestro autoestima, el volver a querernos ahora siendo madres, porque el cuerpo ha cambiado radicalmente, se ha estirado, ha engordado, se ha ensanchado, se multiplicó en sus funciones y durante casi 10 meses nos ayudó a hacer crecer y llevar una vida ¡Una persona en la panza! ¡Una tremenda hazaña! Y por lo mismo, aunque cueste, hay que mirarse más al espejo y si, solo si, una lo quiere, bueno, cambiar aquello que no nos gusta, ese rollo por aquí, esa mancha por acá, el pelo, algo en la cara, etc.

    Pero también está la opción dos, y saben siento hoy que esta es más mi opción, porque claro que me gustaría volver a pesar 10 kilos menos, no tener la panza cortada en dos y estrías por todos lados, pero el cuerpo cambia y este es hoy mi cuerpo de mamá y lo he aprendido a aceptar y a querer. Lo he sufrido, de eso no hay duda, lo he odiado, he pasado por todas las emociones frente al espejo o mirando una foto mía, pero hoy, algo ha cambiado, hoy creo que este es mi cuerpo y lo mejor que puedo hacer por él es no seguir rechazándolo.

    Ese es el "body positive" para nosotras, las madres que cambiamos, que nos transformamos... que somos hoy diferentes y por suerte que es así. Porque mi cuerpo del pasado o ese imaginario de celebridad que me gustaba creer no habría podido llevar vida y hoy tener la energía y la fuerza para criar a esa vida.

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