• Tres satélites formarán el primer enjambre nacional que se pondrá en órbita

    Los nanosatélites probarán un sistema de internet de las cosas en el espacio y medirán la contaminación lumínica en el norte del país.

    Natividad Espinoza R.

    Cinco vehículos espaciales hechos en Chile, entre los cuales figuran tres nanosatélites y dos pequeñas unidades llamadas femtosatélites, conformarán a partir de este semestre el enjambre satelital que se enmarca en el Programa Espacial de la Universidad de Chile.

    Suchai 1, el primer nanosatélite chileno, que fue puesto en órbita el 23 de junio de 2017, tiene un volumen de 1.000 cm³ y pesa cerca de 1 kilo. En tanto, los nuevos satélites -que aún están considerados en la categoría de nanosatélites- triplican su peso y tamaño.

    De acuerdo con el decano de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, Francisco Martínez, "este crecimiento de la tecnología permite que cada uno de los satélites aborde una misión específica: el estudio de sistemas biológicos en el Plantsat, el sistema de imágenes en el Suchai 2 y el sistema de comunicaciones, Suchai 3". Todo esto, a fin de avanzar hacia tecnologías y medición de ambientes espaciales más sofisticados.

    Los vehículos -que formarán la primera constelación satelital creada por civiles de este país- fueron desarrollados por un equipo multidisciplinario de científicos de varias instituciones de investigación nacional, liderado por la Casa de Bello.

    El líder del proyecto es el académico del Departamento de Ingeniería Eléctrica (DIE) y coordinador del Laboratorio de Exploración Espacial y Planetaria (SPEL) de la Universidad de Chile, Marcos Díaz, quien manifestó que "nuestro objetivo es tener y presentar desafíos importantes a las personas que estamos formando para que adquieran habilidades relevantes y sofisticadas para abordar los problemas que tenemos en el país, y en el ámbito espacial tenemos muchos de esos desafíos".

    "Como programa buscamos que sea integrador, que podamos convertirnos en un equipo nacional de trabajo en este ámbito de investigación y poder articular a investigadores expertos nacionales en el desarrollo espacial, que tienen habilidades que quizás no las estaban pensando para el espacio, pero que ahora, con las oportunidades que estamos teniendo de poder llegar con tecnologías más modernas y ágiles, se ponen al servicio del desarrollo espacial", agregó el profesional.

    Cómo trabajarán

    Debido a su tamaño, los tres satélites principales podrán transportar experimentos e instrumentos más sofisticados que el Suchai 1, además de baterías y paneles solares más grandes, lo que se traducirá en mayor energía para la vida y uso de estos sistemas.

    Entre los experimentos a bordo de los Suchai 2 y 3 se encuentran magnetómetros -instrumentos para medir la intensidad del campo magnético-, una sonda Langmuir, para estudiar la ionósfera, contadores de partículas de radiación solar y una cámara para evaluar la contaminación lumínica nocturna en el norte de Chile.

    Mientras, el Plantsat contiene una planta análoga de las utilizadas para alimentación y generación de oxígeno (tillandsia o clavel del aire), que no requiere sustrato para sobrevivir, y contenedores con organismos extremófilos, que pueden ser útiles para purificar el agua, degradar residuos o con usos en una potencial minería espacial. Su objetivo es determinar si estos organismos biológicos toleran el ambiente espacial, la microgravedad y la radiación.

    En el ámbito del desarrollo tecnológico, los satélites probarán modelos de comunicación moderna, softwares de vuelo, predicción y optimización del uso de baterías en el espacio, sistemas de cámaras más sofisticadas y la utilización de un modelo de internet de las cosas en el espacio, entre otros.

    "Cada uno abordará una misión específica: el estudio de sistemas biológicos, de imágenes y de comunicaciones.

    francisco martínez, decano fcfm u. de chile"

  • Cenar menos de dos horas antes de dormir eleva un 50% el riesgo de diabetes

    Optar por horarios como ése para la última comida afecta la tolerancia a la glucosa.

    Cenar tarde, menos de dos horas antes de acostarse, eleva en un 50% el riesgo de padecer diabetes, dice un estudio.

    Liderada por la catedrática de la Universidad de Murcia Marta Garaulet, en colaboración con la universidad de Harvard y el hospital general de Massachusetts (Boston), la investigación apunta a que cenar a una hora muy cercana a la hora de acostarse afecta a la tolerancia de la glucosa, especialmente en personas con una variante genética de riesgo en el receptor de la melatonina llamada MTNR1B.

    Eso ocurre, dice el estudio, porque la melatonina endógena, que se genera durante la noche cuando se acerca la hora del sueño, está implicada en las alteraciones de la glucosa que se producen en el metabolismo.

    Las personas que además tienen la variable genética mencionada presentan una menor secreción de insulina por el páncreas cuando comen tarde por la presencia de esa melatonina. Los resultados sugieren que, en presencia de alimentos, la melatonina provoca que el páncreas reduzca la producción de insulina, lo que hace subir el nivel de azúcar en sangre.

    Según otros estudios de Garaulet, una cena tardía es dos horas antes de irse a la cama, ya que el cuerpo comienza a producir melatonina una media hora antes de dormir.

    en presencia de alimentos, la melatonina hace que el páncreas reduzca la producción de insulina.

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