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  • Discriminación a todo nivel

    por francisca corral / @FranCorralS

    No cabe duda que somos un país tremendamente discriminador. Por toda clase de cosas, desde las más superficiales hasta las más profundas.

    Que alguien es "X" por vestirse "Z", que la forma de hablar lo hace ser alguien que no me gusta, que el color de su piel no es el que me acomoda, que la comida que comen en su país lo hace tener un olor raro, que no tolero que sea de esa determinada religión y grandes y largos etcéteras. Bajo esta premisa, no nos deberíamos sorprender porque la discriminación se mueva hacia otros ámbitos y sobre eso quiero escribir hoy.

    Quiero escribir sobre la discriminación que viven día a día las personas que necesitan estar las 24 horas del día y los 7 días a la semana con un perro, porque tienen una discapacidad y no pueden desenvolverse tan fácilmente como podemos hacerlo afortunadamente nosotros.

    Estos canes que generalmente son labradores y, por lo tanto, de gran tamaño, se llaman perros de asistencia y son animales entrenados para ser en "otras palabras" la extensión de la persona con discapacidad. Quienes no pueden ver, por ejemplo, pueden cruzar y caminar más fácilmente las calles gracias a su fiel perro que lo guiará adecuadamente por el camino. Este tipo de asistencia está amparada por la ley 19.284 que la regula expresamente. La normativa señala que toda persona con discapacidad tiene derecho a ser acompañada, permanentemente, por un perro de asistencia a todos los espacios públicos y privados, de cualquier índole, destinados a un uso que implique la concurrencia de público.

    O sea todos los lugares que uno se imagine, además de usar cualquier medio de transporte terrestre y marítimo. ¿Y por qué uno escucha que a una persona no vidente no la dejan entrar al banco con su perro o no la dejan subir a un taxi para llegar a su casa?

    Cómo alguien puede anteponer su disgusto por un perro a un acto humanitario como es el de permitir que una persona a la que las cosas no le son nada de fáciles -en un país lleno de obstáculos-, pueda hacer un simple trámite con la extensión de su cuerpo. Es algo que no me explico. Y ni siquiera mencionar que se comete una ilegalidad, más bien apelo a la esperanza de que volvamos a sentir piedad, compasión y empatía por el otro. Sólo nosotros sabemos lo afortunados que somos por poder desplazarnos sin ninguna limitación y tener todas las capacidades para hacer lo que queramos en el minuto que así lo deseemos. Pero hay quienes no tienen esa fortuna. Y merecen ser tratados con dignidad y respeto junto con quien les permite que su vida sea un poco más fácil, su amado y completamente necesario perro de asistencia.

    "Cómo alguien puede anteponer su disgusto por un perro a un acto humanitario como es el de permitir que una persona a la que las cosas no le son nada de fáciles -en un país lleno de obstáculos,- pueda hacer un simple trámite con la extensión de su cuerpo."

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