Diego Gotelli C.

El inicio de la demolición de una antigua casona estilo art decó en Ñuñoa la semana pasada, en una zona donde se construirá un edificio de 15 pisos, reactivó en los vecinos la discusión sobre los denominados megaedificios, esas torres que en los últimos años se han masificado en la capital.

Sólo en aquella comuna, el año pasado 11 permisos de edificación para torres de más de 15 pisos fueron autorizados por su dirección de obras, aumentando de los cinco que visó en el 2016. Una realidad que, sin embargo, contrasta con el resto de la capital, cuyos permisos para megaedificios han ido a la baja.

De acuerdo a cifras recogidas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), durante el 2017 los municipios del Gran Santiago aprobaron 78 permisos para torres, menos que los 108 del 2016, y que los 121 visados el 2015, año que marcó el peak en la región. El listado del 2017 lo encabeza San Miguel, con 19 proyectos.

La baja se explica por los menores índices en comunas que han liderado la proliferación de megaedificios, como Estación Central que pasó de sus 24 visto buenos el 2016 a 13 el año pasado. Allí, precisamente fue donde partieron las críticas a estas estructuras, con los denominados "guetos verticales".

"El problema de la altura, más que la altura misma, es que si generas la edificación y no tienes buen espacio público generas un problema de concentración complejo, pero si generas altura y tienes calles anchas, veredas anchas y accesos adecuados pasa a no ser tan relevante", comentó el gerente de estudios de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), Javier Hurtado, quien aseguró que un plan regulador actualizado y elaborado junto a los vecinos evitaría la mayoría de las disputas en las comunas.

Según un estudio de la Cámara, el 33% de los municipios de la capital no cuentan con un plan regulador propio, y casi todas las comunas más pobladas tienen uno con más de 10 años de antigüedad.

"Las discusiones que se ven en la prensa tienen que ver con construcciones que a veces a la gente no le gusta, pero que están dentro del plan regulador, entonces es importante que la discusión del plan sea buena para que sea legítimo para todos", agregó Hurtado.

Ñuñoa, por ejemplo, en noviembre decidió modificar su plan regulador, bajando la altura máxima en avenida Irarrázaval y los barrios al norte de la comuna, donde restringió a que las construcciones no excedan los cinco pisos.

Sobre la casona, vecinos acusan que se estaba tramitando un cambio al plan regulador que la denomine como Inmueble de Conservación Histórica. Sin embargo, su demolición habría sido aprobada en paralelo.

3.302 permisos de edificación fueron visados el año pasado en la RM. Incluye edificios y casas.

el ine habilitó un mapa interactivo para ver cómo variaron los permisos en los últimos años. Se puede ver en www.ine.cl.

Por Paulina Flores

Estefanía Castillo. Vive en Peñalolén con su hijo de 19 años: "Todos los demás ya se fueron. El mayor se fue muy chico porque entró al servicio y después se enamoró. La que venía después, sólo vivió conmigo hasta los 14, después se fue a la casa del papá y Enrique se casó hace tres años con su polola y viven juntos en un departamento en Providencia, pero siempre me vienen todos a ver, a veces los tengo que echar porque si no se quedan hasta el otro día y después queda todo desordenado" cuenta entre risas.

Tiene su taller de modista en la casa: "Antes cuando estaba casada lo hacía más menos porque al marido que tenía no le gustaba que trabajara. Decía que él tenía que encargarse, pero la verdad es que siempre andábamos justos y si bien yo no aportaba tanto, era bien significativo para la casa. Además que yo no lo sentía como una tortura, a mí, desde chica, siempre me gustó coser, hacer cosas con las manos y la moda. Lo disfrutaba, me entretenía, pero lo más probable es que eso fuera lo que le molestara…".

Ella fue la que decidió separarse, hace más de 5 años: "Lo amaba mucho, pero también necesitaba crecer en otros ámbitos, tener mi casa, más estabilidad económica, tener independencia y no vivir siempre de allegados, si ya éramos un matrimonio viejo y no habíamos conseguido nada por mañas y frustraciones.

Cuando me empecé a mover más le vino como una crisis y se intentó suicidar. No me dio ninguna pena, lo encontré ridículo, infantil. Fue la gota que rebasó el vaso y lo abandoné.

Ahora tengo mi casa, es chiquitita, pero me siento orgullosa".

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