• La tecnología de las citas

    Se dice que el primero que se pica pierde en una discusión, pues en el amor se dice que es el primero en enamorarse el que queda en desventaja. Ambas advertencias populares indican un punto de la infraestructura humana relativa al poder: el que se muestra afectado por el otro - de amor o de ira - queda en cierta posición de sumisión. De ahí la recomendación de disimulo.

    Lejos de tratarse de un simple culto a la hipocresía, el bluffeo relacional tiene que ver con reconocer que los encuentros humanos son también cuestiones políticas, incluso en ámbitos íntimos. Por ejemplo, el terreno del mercado amoroso está lleno de códigos, de conductas que operan silenciosamente en nuestras cabezas, pudiendo incluso hacernos creer que sentimos cuestiones -que realmente sentimos- pero que están pauteadas por esquemas que nos anteceden.

    Moira Weigel en su libro "El trabajo del amor", hace una historización de la invención de las citas y su consecuente administración de los cuerpos. Inicia el recorrido a principios del siglo XX, con el proceso de industrialización y la migración masiva de mujeres solteras a la ciudad en busca de trabajo. Llegaron a vivir en residencias donde no se aceptaban visitas masculinas, de ahí que comienzan a circular en el espacio público con sus "citas". Aunque los tiempos abrían nuevas posibilidades para estas chicas que salían del autoritarismo familiar, la estructura social se encargaba de reproducir el control sobre la sexualidad sancionándolas: eran llamadas despectivamente "mujeres de caridad", por su entrega gratuita. La reacción defensiva fue el retorno a un modelo de citas más represivo, pero que resguardaba el honor, el de recibir a los pretendientes en las casas para señoritas donde residían. Más avanzado el siglo, con el ingreso de las jóvenes a la universidad, aparece un nuevo espacio de libertad para la ardiente sexualidad juvenil, y allí aparecen nuevamente las críticas. Weigel comenta una carta de madres de universitarios publicada en la revista Time, alegando contra las mujeres modernas, como corruptoras de sus hijos hombres. Otra vez las mujeres.

    La historia del mercado amoroso indica que recae sobre las mujeres el mantener un cierto orden social, administrando su sexualidad y la de los hombres. Ellas son las encargadas de abrir y cerrar las compuertas, acordando con ello algo llamado reputación, que es el eufemismo de la distribución política de los roles: lo que mujeres y hombres deben hacer. ¿Qué queda de esto? Pues bastante, ya que a pesar de la justa liberación sexual de las mujeres, el amor y la maternidad siguen siendo muy determinantes en la subjetividad femenina. Y la pauta que sigue operando para la consecución de tales fines amorosos en la distribución de género muchas veces es la de que la mujer debe hacerse elegir. Generando grandes cuotas de ansiedad, que le impiden hacerse amar y también amar. El costo es cosificarse.

    Hasta cierto punto, el escenario de las aplicaciones tecnológicas para encontrar pareja oculta la misma dinámica de hace 100 años: el que tiene menos poder pierde, y pierde el que más busca algo en el otro.

    Si bien esto corre para hombres y mujeres desesperados (de cualquier orientación sexual): solemos ser nosotras las que seguimos acarreando la desventaja en el amor heterosexual. Por cierto, más por razones políticas que sentimentales.

    "El que tiene menos poder pierde, y pierde el que más busca algo en el otro.


    Por Constanza Michelson / @psicocity

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  • Ajetreo citadino les sienta bien a algunos

    Para algunos puede ser una pesadilla no tener espacios de silencio en la ciudad, pero un estudio reveló que la agitación urbana puede hacer sentir mejor a los neuróticos.

    K.P.

    El ruido de las micros, la TV, el tráfico, los vehículos de emergencias. Algunas personas sufren en demasía al no tener espacios de silencio en la ciudad, pero un nuevo estudio indica que toda esta agitación podría hacer sentir mejor a algunos. "¿Cuándo son restauradores los entornos naturales y urbanos? El impacto de la compatibilidad del medio ambiente en la restauración del autocontrol" es el estudio que habla del tema, realizado por Merrie Brucks y Kevin Newman, de la Escuela de Negocios de Providence College; y de la Eller College de Administración; ambas de EE.UU.

    La indagación cuestiona la suposición de que pasar tiempo en la naturaleza es reconstituyente para la mente urbana. "El tipo de prototipo neurótico (...) se sentiría incómodo en un entorno natural", dijo Newman, quien encontró que las personas reaccionan de manera diferente a su entorno y los clasificados como neuróticos, podrían encontrar un paseo por Providencia más refrescante que pasar el día en el campo.

    Serían las personas con constante malhumor, ansiedad y preocupación. Se sentirían mejor en entornos excitantes. Sacaron sus conclusiones a partir de tres estudios diferentes.

    neuróticos

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