• Raras leyes del deseo

    por constanza michelson / @psicocity

    Desafortunado es un adjetivo que queda corto para describir los nuevos dichos de Gustavo Cordera, el cantante de Bersuit. Hace varios meses se pegó el primer traspié, asegurando que las mujeres reprimidas necesitan ser violadas para acceder al sexo. Y ahora retuerce el cuchillo en la primera herida e insiste en que hay mujeres que sólo alcanzan el orgasmo bajo la fantasía de la violación. Esta vez lo asegura no desde la pose rockera, sino que desde un acercamiento científico: tanto el psicoanálisis como las "Cincuenta sombras de Grey" lo demostrarían.

    Hay varias cuestiones que pueden decirse al respecto. Primero, fantasías hay muchas. Aun cuando exista en algunos -mujeres y hombres- la fantasía de ser ultrajado, es políticamente incorrecto justificar delitos de modo público. Es incorrecto no sólo en el sentido de la indecencia, sino que desde del error. Ya que aunque exista una vida pulsional diversa, acordamos un pacto social que fija límites de lo permitido en función de protegernos unos a otros. No dañar a otro es algo que convenimos, y que es peligroso relativizar.

    En segundo lugar, suponer que la fantasía es una especie de lugar verdadero en oposición a una falsedad de la vida oficial, es tan falaz como pensar que el habla prosaica y sin filtro es más real que nuestra versión regulada. La fantasía es un espacio para metabolizar algunos deseos e impulsos sin riesgos, lo cual no significa que sea algo que se espere de la realidad. Es como el fútbol u otros deportes, en que se juega a una batalla contra otros, bajo unas reglas que enmarcan la seguridad de la escena. Como dice un colega, nos atrevemos a saltar porque tenemos la seguridad de que la ley de gravedad nos hará volar sólo un poco.

    Como tercera cosa, ya adentrándonos en la fantasía que con tanta insistencia el artista divulga, se puede decir que el deseo de ser sometido es uno primario en el ser humano, el de la pasividad: ser tomados y gozados por otro. Deseo bastante polémico porque pone en riesgo a quienes se exceden en él, y porque además se cruza con el poder cuando se le atribuye sólo a ciertos grupos. Históricamente este lugar de la pasividad se ha distribuido de diversas formas, relegando este lugar primero a los esclavos, los niños, las mujeres, los cuerpos feminizados en general. En nuestros tiempos se ha naturalizado la idea de que son los cuerpos feminizados y "débiles" los que gozan en esa posición y los masculinos en la potencia. Error común que lleva a todas esas fantasías viriles de que más es mejor, de que el tamaño importa, y todas esas sandeces que sirven para reprimir la pasividad que habita en todos.

    Y, por último, y quizás lo más oscuro de todo este asunto. Hablemos de deseos masoquistas en serio. En los laberintos del deseo nadie sabe bien para quién trabaja, y nos enteramos de nuestro deseo a posteriori, después de los actos. ¿Qué quería entonces, el hoy devastado, Gustavo Cordera? Porque la fantasía es sólo una forma de darle imagen a las pulsiones, pero estas pueden expresarse de formas más torcidas y ¡retorcidas!. Por ejemplo, buscar la pasividad haciéndose daño, cayendo en dependencias mortíferas, en adiciones devastadoras, exponiéndose como alimento a la fiera en la que se ha convertido el escarnio público…

    "Se puede decir que el deseo de ser sometido es uno primario en el ser humano, el de la pasividad."

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