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  • Tres relatos de los emotivos reencuentros de familiares con sus ancianos por una cabina especial

    A mediados de agosto se instaló un habitáculo en el Eleam de Huechuraba que permite que los residentes de tercera edad puedan tener contacto físico con sus seres queridos. Desde marzo que no se veían, todo era sólo por videollamada.

    Jorge Reyes Patuelli

    Uno de los focos de preocupación en medio de la pandemia por el coronavirus han sido los adultos mayores. La protección de esta parte de la población ha tenido que ser más controlada dado lo fatal que puede causar el contagio en uno de ellos, por lo que miles de familias no han podido ver a sus seres queridos y muchos apelan a la memoria para sentir más cerca a la persona.

    Por lo mismo, a mediados de agosto, el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama) entregó dos cabinas en Las Condes y Huechuraba que permite a los residentes de los Establecimientos de Larga Estadía (Eleam) tener contacto con sus familiares.

    Esta cabina de casi dos metros y medio de altura, tiene una ventana transparente y un par de guantes que sobresalen, los que permiten que la visita pueda tocar al adulto mayor. La recepción ocurre los martes y jueves y deben responder un cuestionario para descartar riesgo de contagio y tomarse la temperatura.

    En Huechuraba se han realizado 14 visitas seguras. "Esperamos que los 50 usuarios de este Eleam puedan recibir la visita de sus familiares. Es nuestro deber moral y político devolver la mano a nuestros mayores", dijo el alcalde Carlos Cuadrado.

    Fin a la larga espera

    Verónica Saelzer vive en Pudahuel y tiene a su padre, Teodoro, de 85 años, en un establecimiento de larga estadía en la comuna de Huechuraba. Desde marzo que Verónica no veía a su papá por la pandemia, sólo por videollamada los días jueves. "Él me decía que lo fuera a ver pero la doctora le decía que no podía ser", cuenta. Esa larga espera finalizó el martes de la semana pasada cuando por fin le pudo tomar la mano, aunque con guantes.

    "Fue gratificante verlo después de tantos meses. Se emocionó mucho. Pensó que yo me había olvidado de él. No entiende mucho por su edad", cuenta.

    Dice que desde que ingresó a la cabina la sensación fue rara, pero todo quedó atrás cuando logró ver nuevamente a su padre que la recibió en silla de ruedas. "Uno se siente raro porque no puedes abrazarlo. Yo quería llorar. Quería estallar en llanto porque fue difícil dejarlo en ese lugar", dijo.

    "Él está postrado, tiene diabetes y casi todas las enfermedades. Lo molestaba con que había pasado agosto ja,ja,ja", agrega. "No pude hacer lo que hacía antes que era besarlo y contenerlo", lamentó.

    Largas vacaciones

    Para Elizabeth Retamales su tía lo es todo. Blanca Fernández es hermana de la mamá de Elizabeth y tiene 80 años. Desde enero que no se veían y recién el jueves pasado pudieron reencontrarse. "Llegué a mi casa con el corazón lleno", contó tras el encuentro..

    A principios de año la mujer se fue de vacaciones y regresó en marzo. Nunca más salió de su casa por la pandemia. "No la vi más salvo por las videollamadas. No es lo mismo… uno la ve, pero a ella le cuesta ver y la comunicación no es fluida", dice.

    Elizabeth confiesa que con el reencuentro sólo sintió satisfacción. Ella cuenta que es la sobrina regalona de Blanca, una mujer que no tuvo hijos y que se casó con un viudo con cuatro hijos, uno de ellos actual esposo de Retamales.

    En la cabina, ella puso las manos en los guantes para poder tocar a su tía. En la media hora que estuvieron juntas, no se soltaron las manos. "Ella ponía mis manos enguantadas cerca de su cabeza, de su carita… fue lo mejor. Es lo más maravilloso que han creado en esta pandemia", dice emocionada.

    "Estaba feliz, yo lo notaba, yo la conozco. Me hacía bromas como que me iba a pegar porque no la había ido a ver", detalla. "No te puedo describir lo feliz que llegué a mi casa", cerró.

    Visita impactante

    La hermana de Julia González, tutora de su padre Jorge en el Eleam de Huechuraba, le pedía por favor que no llorara frente a él para que no se sintiera mal. El hombre de 72 años tiene un Alzheimer que comenzó con una demencia senil quince días antes que falleciera su esposa. "Su mente se quedó cuando mi mamá estaba en el hospital", cuenta Julia.

    Ella esperaba visitar a su padre que no lo veía desde marzo. Julia acostumbraba ir al lugar de lunes a viernes a acompañar a los abuelitos y obviamente ir a ver a su padre. "Si podía iba los fines de semana también", dice. Hace dos semanas se pudo reencontrar con Jorge, su papá, dejando a todos sorprendidos en el lugar. "Yo llegué y me reconoció. Todos estaban impactados. Él sabía quién era yo", dice.

    "No me quería soltar las manos. Quería que me saliera de la cabina, que lo abrazara. 'Guagüita', me decía. Esa media hora de visita para mi fueron cinco", dice la mujer.

    "Puso mis manos enguantadas cerca de su cabeza, de su carita... fue lo mejor. Maravilloso

    elizabeth retamales, visitó a su tía"

    "Cuando llegué a verlo me reconoció. Todos estaban impactados. Él sabía quien era yo

    julia gonzález, su padre tiene alzheimer"

    "Fue gratificante verlo después de meses. Se emocionó mucho. Pensó que yo me había olvidado de él

    verónica saelzer, se reencontró con su papá"

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