• "Me veo reflejado en uno u otro niño que tal vez, puede que el día de mañana, llegue a ser futbolista"

    El mundialista con la Roja en Francia 1998 e ídolo de Santiago Wanderers tomó las riendas del proyecto que busca ayudar a niños vulnerables en la ciudad. El también exjugador albo que busca revivir el fútbol de barrio recibió la oferta mientras trabajaba de Uber.

    Jorge Reyes Patuelli

    Moisés Villarroel (47), mundialista con Chile en Francia 1998, multicampeón en Colo Colo e ídolo de Santiago Wanderers, se alejó de las canchas un tiempo para trabajar en Uber por salud mental. Manejando, cuenta, recibió un llamado desde la alcaldía de Valparaíso. Jorge Sharp le ofreció hacerse cargo de las Escuelas Populares de Fútbol en la ciudad patrimonial. Aceptó de inmediato y hoy trabaja con distintos grupos de niños vulnerables con el "respeto" como estandarte, y con la misión de resurgir el "fútbol de barrio".

    Son nueve las Escuelas Populares de Fútbol funcionando actualmente en la comuna; Lepeley Montedónico, La Laguna de Placeres, Héroes del Mar, La Campana, La Isla Sur, Folklor Rodelillo, Nueva Unión Miguel Lucero, Porvenir bajo y Mesilla, y Playa Ancha. Quien está a cargo es Moisés Villarroel, con quien esperan crecer a quince.

    "Queremos abarcar diferentes sectores de Valparaíso. Sectores donde el deporte se ha hecho muy escaso, porque sabemos que hoy en día el deporte se ha ido privatizando en escuelas de fútbol pagadas, y el fútbol de barrio ha quedado de lado un poquito, más para la gente que no tiene los accesos para pagar una mensualidad", dijo a este medio el nacido en Viña del Mar.

    Pero antes, Villarroel trabajó en Uber. El exvolante se levantaba todos los días a la misma hora y quedaba desocupado temprano. La rutina lo cansó y priorizó su salud mental. "Quería darme el tiempo de ver otras cosas, otras realidades, porque mi burbuja había sido solamente el fútbol. Me fui dando cuenta de que en la vida también hay otras cosas que hacer, no todo es fútbol", reflexionó.

    Frente al volante dice que sentía que las personas que viajaban con él lo miraban por el espejo. "¿Qué necesita?", les decía entre risas para romper el hielo. El pasajero casi siempre titubeaba preguntándole si de verdad era "ese Moisés Villarroel".

    "No tenían cómo preguntarme si era el futbolista ja,ja,ja. Me sentí orgulloso de poder hacer otra cosa", dijo.

    "Lo tomé como un trabajo para distraerme y para hacer algo. Conocí bastante gente, incluso me ofrecieron trabajo", agregó. Pero no pensaba que en un viaje, una de esas ofertas iba a provenir desde la alcaldía de Valparaíso. Dentro de su auto recibió el llamado del alcalde Jorge Sharp con la propuesta de hacerse cargo de las escuelas. Villarroel volvía a las canchas.

    Atrás quedó la formación competitiva en las series menores de Santiago Wanderers para tomar el timón de una obra deportiva y a la vez social. "Nos encontramos con niños muy respetuosos, obviamente muy dispersos, pero porque son niños vulnerables que tal vez no tienen los hábitos deportivos, que no tienen por qué tenerlos", comentó.

    Y al contrario de lo que pasaba cuando manejaba Uber, los niños no saben quién es Moisés Villarroel. "Los padres se sacan fotos conmigo y los niños miran con cara de '¿quién es?' Ja, ja, ja. Después de la foto los papás les dicen: 'Después te explico'", contó.

    Desde su llegada los niños de las escuelas ya conocieron Juan Pinto Durán, se fotografiaron con las dos Copas América y compartieron con el DT de la Selección Chilena, Eduardo Berizzo. "Queremos seguir creciendo con el único objetivo de que los niños, más allá de ser grandes futbolistas o que pueda salir una promesa para el fútbol, tengan valores para que el día de mañana puedan desarrollarse en la sociedad. Lo que más se necesita es eso, gente con más valores que otra cosa", reflexiona.

    El fútbol de barrio

    Las Escuelas Populares de Fútbol también hicieron que los recuerdos llegaran a Villarroel. Los tiempos de la tierra y la infancia, cuando entrenaba y jugaba pichangas con el Olímpico de Forestal.

    "Me veo reflejado en uno u otro niño que tal vez, puede que el día de mañana, llegue a ser futbolista. Obviamente no depende solo de él, hay muchas cosas que se involucran, como el apoyo de todo su entorno. Y que sepa que el día de mañana cuando llegue alguien a ofrecerle algo, decir que no. Porque decir que no también es una buena palabra", reflexiona.

    Según el entrenador, hay muchos factores que han hecho que el fútbol marque distancia con los niños y el barrio en general. "Entiendo a las personas que pagan por las escuelas de fútbol, porque tal vez los están llevando a espacios más seguros. Lamentablemente la sociedad hoy está complicada. Cuesta mandar a un niño a un sector donde las cosas están complejas. Creo que eso ha alejado el fútbol de barrio. Y también la parte económica para pagar la inscripción. Nosotros entregamos el mismo entrenamiento en sectores donde tenemos las canchas de tierra aún", dijo.

    El exColo Colo cree que en los valores y el respeto está el principal cambio para los niños. Así, no importa el barrio donde estén, puedan desarrollarse de la mejor manera. "Mientras les dejemos un mensaje que les sirva para que no estén involucrados en la delincuencia, narcotráfico, drogadicción o alcoholismo. Tal vez puedan seguir viviendo donde mismo, pero no involucrados en cosas que no les compete. Yo sigo viviendo donde siempre. Tenemos una dinámica: el jugador que dice un garabato tiene un gol en contra. Una cosa tan insignificante… ¿y me vas a creer que nos sirve? Ahora ellos se preocupan de no dejar a su equipo en desventaja", explica.

    Y no quiere mentir. Ante un posible retorno a dirigir en el fútbol, no lo descartó. "Sería una mentira muy grande decirte que no".

    "Queremos seguir creciendo con el único objetivo de que los niños tengan valores."

    "(Trabajando en Uber) Me fui dando cuenta que también hay otras cosas que hacer, no todo es fútbol."

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