Se estrenó un nuevo programa de citas en Canal 13 "Solteros en busca del amor". La estructura es la siguiente: dos mujeres y dos hombres están en la oferta, y cada uno debe pasar dos días -incluso pasar las noches juntos- jugando al amor con alguien del sexo opuesto. Luego las parejas se intercambian.

Los formatos de telerrealidad, si bien son una ficción -me cuesta pensar que alguien vaya realmente a buscar pareja a un programa de televisión- dejan siempre algún espacio a la verdad, en la medida en que parte de los acontecimientos que ahí emerjen no están en el guión. Y quizás fue ese el punto que atrapó mi parte más morbosa: ver cómo en esta escena construida a la fuerza se desarrolla -quizás más allá de la voluntad consciente de los participantes- una trama de deseo que nos revela algunos guiones típicos de la seducción.

Vamos con algunas observaciones. Primero, a ambos hombres les gusta la misma mujer. Me atrevería a decir que la producción se preocupó de que físicamente no hubiese tanta disparidad entre los participantes, al menos nadie resaltaba como demasiado bello o feo respecto de su rival de género. De modo que la razón más superficial para sentirse atraído hacia alguien, y rechazar a la otra opción de lleno, estaba más o menos neutralizada. Como sea, a ambos les gustó la misma chica, esa que los pronósticos de los analistas racionales del amor hubieran dicho que tendría peor suerte (incluso ella misma compartía ese supuesto). Simplemente por una cuestión de situación vital, estaba separada recién hace tres meses y era la única del grupo que tenía ya varios hijos; mientras que su contrincante era una chica soltera lista para vivir aventuras. Pero fue esta última la que se quedó sin pan ni pedazo. Mientras que la chica número uno se presenta en el ring en una actitud insegura -luego entendimos que era una seudo inseguridad-, interpelando rápidamente a sus citas sobre su capacidad para enfrentar a una mujer en esa situación; la chica dos, la perdedora, se desenvolvía con ese orgullo de la mujer liberada de revista femenina, independiente, sexual, potente. ¿Significa eso, entonces, que es cierto que una mujer debe hacerse la tonta para seducir a un hombre? ¡Sin duda que no! Más bien lo que queda en evidencia son algunas cuestiones en relación al deseo humano.

Primero, que no responde a cálculos racionales y, segundo, que tampoco se mueve por lo que aparentemente creemos de nosotros mismos y del otro. Así, la chica dos, la de semblante de seguridad y autonomía, olía demasiado al sofrito del manifiesto de Lucho Jara (en la penúltima revista El Sábado). Es decir, como a ese zorrón que alardea, pero que genera el anticuerpo del que busca demasiada aprobación. Por el contrario, la chica "insegura", era una experta no en alardear, sino que en despertar y pasearse con el deseo del otro.

La ganadora toma dos versiones. Con su primera cita, un español bonachón, ella es la víctima, la mujer dañada que necesita un príncipe que la salve. Luego de literalmente llorar en su hombro, le regala a este hombre -algo aletargado- la posibilidad de ser su héroe, le da el don del narcisismo, quizás para despertarlo y no aburrirse, quien sabe. Luego de prometerle fidelidad -sí tal cual, ¡a quien no le ha pasado que cree estar enamorado tras un par de horas!- se va a regañadientes con el hombre insoportablemente narciso del casting. Ese vanidoso y pedante que incluso maltrató a su primera cita, la chica "Lucho Jara". Bueno, pues con este, no fue nada de víctima, sino que jugó a femme fatale; pero que a diferencia de la literalidad -y competencia fálica- de su contrincante criada por las revistas femeninas, lo hace con la elegancia del "corre-que-te-pillo".

Chica uno, sedujo a los dos tipos. ¿Tener ese control le permitió elegir a conciencia? No necesariamente. Sospecho que fue más bien otro vericueto del deseo inconsciente en ella el que tomó la decisión: ese que persigue lo más agresivo porque parece potente y desafiante, aunque sospechemos de reojo que ahí sufriremos. Sí, eligió al chico Pepe Cortisona, al insoportable, pero a ella le brillaban los ojos, porque seguro tiene la fantasía de que con ella será distinto. Su propio triunfo narcisista, su propia trampa.

Una investigación, desarrollada por la marca Durex, reveló que los emojis desempeñan un papel fundamental en la conversación sobre sexo en los jóvenes. La indagación reveló que 84% de ellos, entre los 16 y 25 años, considera que es más fácil hablar sobre este tema usando los símbolos. Por este motivo la marca lanzó hace un par de días, y a nivel internacional, una campaña que solicita al Consorcio Unicode, la empresa desarrolladora de estos íconos, crear uno oficial sobre el sexo seguro. Uno de los datos que recogió la investigación fue que ha aumentado la apatía hacia desarrollar una sexualidad segura, donde más de un tercio de los jóvenes manifiesta que no es importante. Una indagación adicional mostró que, en general, ellos creen que no contraerán la enfermedad y tampoco sus amigos cercanos. Desde Durex afirmaron que hacer este tipo de campañas permitirá que los jóvenes no se avergüencen. También, buscan fomentar la conversación sobre el tema y que ayude a crear conciencia de la importancia del uso de condones para protegerse de las enfermedades de transmisión sexual. El Director Mundial de Durex, Volker Sydow, expresó: "Creemos en una vida sexual más feliz y más sana y el Día Mundial del SIDA es un recordatorio muy significativo de la importancia del sexo seguro. Considerando la influencia de la mensajería en el desarrollo de las relaciones, un emoji oficial será un paso simple y motivador hacia una mejor protección y bienestar sexual". La petición se hará el 1 de diciembre.