• Amor narcótico

    Algunos se han quejado de que se ha trivializado la imagen del capo de la droga Chapo Guzmán, y quizás es cierto. La historia está muy fresca para que se convierta en figura pop y se vendan poleras con su cara estampada, pero lo que nunca es trivial son las historias de amor, porque siempre nos develan algo de la infraestructura humana.

    Y así nos enteramos que ese hombre que logró un escape cinematográfico de la cárcel fue capturado por cometer un grave error, se enamoró dirán algunos, se empotó dirán otros. Como sea, uno de los delincuentes más poderosos del mundo cayó en su propia trampa: se narcotizó de enamoramiento. Eso nos dicen sus expectantes mensajes dirigidos a la actriz Kate del Castillo -que al ser interceptados facilitaron su captura- :"Eres lo mejor de este mundo. Te cuidaré más que a mis ojos", decía el Chapo. "Me mueve demasiado que me digas que me cuidas. Jamás nadie me ha cuidado", respondió Kate.

    Porque así es el enamoramiento, una adicción que como cualquier otra nos puede hacer claudicar a nuestras aspiraciones individuales y controladas. ¿Qué es lo que fascina en la adicción?, pues, la ilusión de haber encontrado por fin el objeto adecuado a mi deseo. No hay nada más en el mundo que conseguir aquello que me obsesiona, en el fondo es una enfermedad de la libido -su hiperconcentración en un interés único -, o al menos un delirio que nos hace creer que encontramos el paraíso soñado.

    El amor es otra cosa, los que han amado sabrán que nunca se ama tooodo del otro; que no, a uno no se le agota la vida en ese amor. El amor, ese que se hace de tiempo y de duelo de las idealizaciones que uno le atribuye al comienzo a la pareja y a la relación es justamente el reverso de la adicción, porque es un amor que se resignó a que el otro no me calma todo, pero sin embargo quiero amarlo.

    La adicción, por el contario, es esa fascinación que sobrevalora a su objeto, que en el caso del Chapo no era una droga -esa simplemente era su fuente laboral- sino que era una mujer exuberante, bella y poderosa. Lo mismo ella -quien por cierto, en su locura de narco amor arriesga no pocos días a la sombra- idealiza a ese ser fálico, más grande que cualquier ley.

    Bueno, a quién no le ha pasado, quién no ha tenido su amor fatal. Algunos con otro cuerpo, algunos con una botella, algunos a su propia imagen enaltecida, quizás Sean Penn, el tercero a bordo de esta historia, padezca de este último tipo de enamoramiento que mencionaba, el del ego.

    Así como nunca hay que hacer negocios estando drogado, tampoco hay que hacerlos estando en estado de enamora-miento. Esa lección se le fue al Chapo.

1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24