• Un escritor llevará a libro una serie de nuevos mitos y leyendas de la rica historia de Chiloé

    Ya no se trata del Trauco o la Pincoya. Domingo Ojeda investigó los relatos que corren por Ancud y Quemchi. Así llegó al "Chancho", una especie que chilla como cerdo y luce como gorila; y a Julia Camisa, una mujer que aparece y desaparece en los velorios.

    Eduardo Burgos Sepúlveda

    Los mitos permanecen en la memoria colectiva de Ancud y Quemchi. Hay historias antiguas pero desconocidas en el resto del país, como las de seres tenebrosos y tesoros; pero también contemporáneas, como un cirujano que presuntamente recorría la ciudad robando órganos a mediados de los años '90 o la de un animal que chillaba como cerdo y que lucía como gorila, y que aterrorizó a un poblado.

    El escritor local, Domingo "Chililo" Ojeda Barría, está abocado a recopilar el anecdotario para volcarlo en un libro que verá la luz pronto, y que se sumará a su publicada autobiografía "Historia de amor en Quemchi".

    Uno de los capítulos de su nueva obra estará dedicado al entierro de un tesoro en la llamada Piedra Blanca, que dataría de la época en que la isla era de dominio español, y que se emplaza en lo alto de la costa norte de Ancud.

    "Veníamos subiendo de noche desde la playa Los Molinos, abajo de donde está la piedra y de repente no pudimos seguir porque nos encontramos en medio de un bosque. De un momento a otro se desapareció el bosque y hallamos la huella", relata Ojeda sobre cómo halló el sitio.

    "En esos tiempos los españoles buscaban lugares que fueran reconocidos por ellos fácilmente, como un árbol o una piedra, así que recorriendo encontraron la piedra blanca y ahí enterraron sus tesoros. De esos ya se han encontrado algunos. Cuando joven yo vi doblones de oro grandes y pesados", asegura.

    "Se cree que ese tesoro lo cuida el Diablo o el Maligno, como se dice en Chiloé, por eso cuando uno va a sacar el entierro ve visiones terroríficas. La técnica es que vayan sólo hombres en número impar y no que lleven ningún motivo religioso ni hablen de Dios", añade.

    Piedra Blanca es desde hace unos años un parque. "Chililo" rememora que cuando se construyó muchos pobladores se congregaron a ver trabajar las maquinarias, con la esperanza de ver surgir los tesoros. Pero nada apareció.

    El chancho gorila

    Una historia más reciente en el mismo sector es de fines de los '80, desde cuando se denuncia la presencia del "Chancho", una suerte de Cuchivilú, el ser anfibio de la mitología chilota con aspecto porcino.

    "Los vecinos contaban que bajo sus casas se ocultaba un animal que se oía como chancho, y que tenía tal fuerza que desclavaba los pisos de las viviendas", comenta.

    La criatura era perseguida por los perros y huía hacia la playa Los Molinos, donde desaparecía. Algunos dicen que lo vieron sumergirse en el mar o beber agua salada.

    Pero una vez cambió de rumbo. Corrió hacia Bonilla, a la altura de la cancha 22 de Mayo, y se parapetó bajo una casa. El rumor se desperdigó y la gente se juntó llevando objetos contundentes. Hasta Carabineros fue a atraparlo.

    "El Chancho de repente salió y nadie fue capaz de tirar ni un solo palo, todos salieron arrancando. Preguntando cómo era, unos me dijeron que era como un gorila con seis manos y ojos brillantes como linternas; otros relataban que era un hombre grande con dos patas", detalla.

    Camioneta roja

    "Chililo" también indagó el que, asegura, es uno de los episodios más terroríficos vividos en el norte de Chiloé. Era mediados de los '90 y y el miedo se debía a una camioneta roja.

    "En las playas de Aucho y Lliuco (Quemchi) dicen que llegaba esta camioneta con envases con órganos que le entregaba a la tripulación de un velero", expone.

    En Ancud la historia se mezcló con hallazgos en sectores ribereños de cadáveres con órganos faltantes. Así, todos sospechaban de todos quienes tenían camioneta roja de doble cabina.

    A éste se unió en esa época la historia de "Julia Camisa", nombre que nadie sabe de dónde proviene. "Era como una dama de siglos pasados, elegante, con vestidos largos y sombrero ancho con flores, que se sentaba a leer en la Plaza de Armas de Ancud. Hubo gente que llegó a conversar con ella, pero nunca revelaba datos personales", relata.

    "Ella llegaba a todos los velorios, de noche. Incluso ayudaba a repartir trago y comida, como si fuera pariente. Llegaba también a los velorios que se hacían en el campo y tal como llegaba, de repente desaparecía", dice.

    "Algunos decían que venía de los ovnis o era tripulante del Caleuche. Un grupo de hombres valientes la siguió varias veces, por la costanera, rumbo a Fátima y relató que se esfumaba de repente, así que nunca nadie supo de dónde veía ni a dónde se fue porque una de esas veces no volvió a aparecer", menciona el investigador.

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