Darío Piña

Son las dos de la tarde. Estamos en el Hotel Chile-España, de Pichilemu, y amigos e invitados de tenida casual-formal se reúnen para celebrar al dos veces Mejor Sommelier de Chile. Al frente: Marcelo Pino, un joven pichilemino que ha recorrido el mundo gracias a su paladar. Sonríe. Saluda. Ahora presenta su nueva tienda que reúne a los mejores vinos para los visitantes de la famosa playa del surf nacional. Tras recibir aplausos, camina hacia nosotros para ofrecernos una copa.

Con pies de cuecas sonando de fondo, y con las empanadas desapareciendo por el hambre del mediodía, Marcelo nos invita a pasear por las inmediaciones coloniales del hotel para conocer una habitación especial. Ingresamos a un pequeño cuarto con más de mil entradas para botellas de vino, muchas de ellas ya completadas por regalos de turistas y surfistas del mundo. Y era que no: Adriana Padilla, quien compró la entonces residencial y la transformó en hotel, erigió un pequeño "monumento" con todas las botellas recibidas, muchas de ellas regaladas a su hijo Cristian Merello, surfista profesional que está dentro del top ten mundial de Olas Grandes.

Marcelo también quiso ser surfista. Aunque no fueron las olas sino su gusto por el vino lo que le ha valido reconocimiento, permitiéndole construir su catálogo para ingresar al rubro empresarial. Por lo mismo, cuenta a hoyxhoy, eligió el Hotel Chile-España para instalar su tienda, cuyos dueños son amigos de casi toda una vida.

De pichilemu al mundo

De vuelta a la celebración, un señor en un rincón dibuja con vino tinto. En un vaso unta su pincel y recrea el sector de Punta de Lobos, el lugar más ilustre de los surfistas nacionales. Treinta minutos más tarde, miramos el mismo dibujo pero en formato real: llegamos a "Punta" como parada inevitable y desde lo alto miramos sus morros, olas y a surfistas que a las cuatro de la tarde intentan tomar alguna ola.

Punta de Lobos, en la VI Región, tiene olas durante todo el año, en especial entre abril y julio, y para todos los niveles: más adentro varía la dificultad para surfear, con olas que pueden llegar a varios metros de altura y otras cuya espuma hace sentir dueño del mundo a cualquier primerizo.

La caravana continúa y los representantes de Casa Silva, viña donde ejerce como embajador Marcelo Pino, nos invitan a probar su nueva variedad de Chardonnay a su viñedo de Paredones. Su gracia, apuntan, es que allí hay una temperatura envidiable dada su ubicación en la Costa Fría (o Cool Coast) del Valle de Colchagua, que es ideal para cepas de Sauvignon Blanc, Pinot Noir y Syrah. "Frescos y elegantes", repite cada cierto rato Mario Pablo Silva, gerente general de la viña.

Sabor a lolol

Viajamos a otra parada y es hora de pensar en que esta es, sin duda, una nueva ruta del vino. Surf, playa, pinturas y brindis que se destiñen, sin embargo, con las cientos de hectáreas quemadas por los fuegos forestales que afectaron a Paredones. Solo cuando descendemos de las cuestas de la Cordillera de la Costa el paisaje se embellece y muestra su pueblo más ilustre, Lolol, donde se ubica una de las viviendas que tiene Casa Silva. En dirección a Santa Cruz, a unos 20 kilómetros del lugar, está el Viñedo Villalobos y la Viña Santa Cruz, junto a otras que se enfilan más al interior. Nos adentramos a paso firme en el Valle de Colchagua.

El atardecer deja los cielos limpios e ilumina aún los campos y sus filas de parras. Es buena hora también para pescar y ver a las liebres merodeando, me cuenta un hombre de piel curtida que prepara el asado de bienvenida mientras algunos destapan los espumantes y brindan a lo lejos por la buena vida. Le cuento del calor en Santiago, del cemento, de las filas para entrar apretado en el Metro, y me habla del extraño anillo alrededor de la luna y de los zancudos que no perdonan en las noches de verano. Da vuelta los costillares mientras le comento de la nueva ruta del vino. "Del vino, sí, pero que no se le olvide que es la única ruta del vino de la costa, jajajá", dice riendo, mientras mete una palada de carbón al asado lololino.

"Allí hay una temperatura envidiable dada su ubicación en la Costa Fría (o Cool Coast) del Valle de Colchagua, que es ideal para cepas de Sauvignon Blanc, Pinot Noir y Syrah. El atardecer deja los cielos limpios e ilumina aún los campos y sus filas de parras. Es buena hora también para pescar y ver a las liebres merodeando."

Valle de artistas

A pocos kilómetros de Lolol, en dirección hacia el sur, se encuentra el Parque de Las Esculturas del Valle de los Artistas, un sector donde reconocidos artistas plásticos del país se asentaron hace años con el fin de vivir en pleno campo chileno: a cambio de obtener terrenos, diseñaron este parque con sus obras, las cuales se pueden visitar durante todo el año.

Santa Cruz

Santa Cruz. Ubicado en pleno valle de Colchagua, es una localidad en donde se suelen reunir todas las viñas del sector, particularmente en su fiesta de la vendimia que se desarrolla durante marzo. Junto a las viñas de la costa, más las del interior, han desarrollado un fuerte polo turístico vitivinícola, reflejado en su ruta del vino y productos exportados a diferentes partes del mundo.

Bucalemu

Bucalemu es un pequeño balneario ubicado a 35 kilómetros al sur de Pichilemu, que se destaca por su rica gastronomía marina, sus tranquilas playas, paseos a caballo y lago que permite la práctica del kayak para sus visitantes. Hay buses directos desde el terminal sur de Santiago, con un tiempo estimado de cinco horas de viaje.

$10.000 cuesta surfear en Punta de Lobos. El precio incluye el equipo completo.

215 kilómetros es la distancia que separa la comuna de Lolol

3 lugares de Santiago.