• Ucrania a dos años de la revolución

    Una frontera inhóspita, una sociedad dividida y precios ridículamente baratos destacan en este ex país soviético. Todavía con las manifestaciones de 2013 presentes, Kiev sigue luchando por ser parte de Europa.

    Felipe Rioseco - Ucrania

    ¿Quién es el chileno?, preguntó una policía de frontera alta, rubia, sumamente elegante, con un inglés casi perfecto. ¿El chileno?, murmuré yo, levantando con sutileza mi rostro. ¡El chileno!, gritó después. El resto de los pasajeros del bus -una máquina antiquísima y muy sonora en que viajábamos- se volcó a mirarme, como acusándome.

    "Baje, por favor. Usted necesita visa para entrar a Ucrania", me dijo la policía. Me puse de pie y en una muestra de arrojo le dije que no, que se equivocaba. No me escuchó. Apenas se limitó a pedirme que tomara mi equipaje y la siguiera. Estábamos en la frontera de Rumania y Ucrania, con varios kilómetros de nada alrededor y la mujer me dijo que debía volver a Bucarest a tramitar la visa. Le insistí que no, que desde 2015 los chilenos no necesitaban visa para entrar a Ucrania.

    Por primera vez ensayó una cara de duda y me pidió que la esperara, mientras un segundo policía me vigilaba en todo momento. Era, oficialmente, un especie de prisionero de frontera. Me di cuenta, además, que mi bus hacía rato que había partido. Quedé a la deriva y en tierra de nadie.

    Siete minutos después apareció otra oficial y en una mezcla de inglés y ucraniano me explicó que había sido un error: "¡A mistake, a mistake!". Puede pasar, buena suerte. Perdido en la frontera, levanté el pulgar y esperé. Un ucraniano obeso, que viajaba con su mujer y un niño de meses, se detuvo y me dijo que subiera. Manejaba, fumaba, hablaba por teléfono y veía una TV portátil, todo al mismo tiempo. Sin embargo, y con vida, me dejó en Chervitzy. 14 horas después, desperté en Kiev, la ciudad que me obsesionaba desde la revolución de 2013.

    La guerra de kiev

    La postal más imponente de Kiev es la Plaza de la Independencia. Es una explanada amplia, con un obelisco enorme y altivo en el centro. Fue el epicentro de las manifestaciones de entre noviembre de 2013 y febrero de 2014, que terminaron con el presidente de la época huyendo a Rusia y con el país envuelto en una catarsis revolucionaria.

    Se trató de una lucha por terminar con el régimen prorruso y acercar a Ucrania a la Unión Europea. Murieron más de 80 civiles, la mayoría en los alrededores de la plaza. Y por eso me encuentro con cientos de velas y fotografías de las víctimas, así como con visitantes que han convertido el lugar en un centro de peregrinaje y símbolo de la causa que sigue el 70% del país.

    Y ocurre que hoy los ucranianos se sienten tan ajenos a Europa como podría sentirse un asiático o un sudamericano. Me lo explica Sophia, una ucraniana de 20 años con rastas hasta la cintura, en medio de una fiesta en el río Dnipro, dos minutos antes de decirme que no quería bailar conmigo.

    -¿Qué haces en Kiev?- me preguntó.

    -Estoy viajando por Europa.

    -Bueno, no es que Ucrania sea parte de Europa precisamente.

    Y se distingue, por ejemplo, en el costo de la vida. Un pasaje de metro cuesta cuatro grivnas, unos 108 pesos chilenos, mientras que la micro apenas tres grivnas. Y un menú que en cualquier país de Europa puede costar ocho o nueve euros, en un restorán de Kiev se encuentra por cuatro.

    También, y esto va a la par, en los sueldos, me dice ahora Daniel, un bielorruso radicado en Odesa. "El salario medio de un trabajador no supera los 350 euros. En Kiev es un poco mejor. Por eso espero irme luego a Moscú", explicó.

    Museo al aire libre

    En términos arquitectónicos Kiev se erige como un museo abierto. Edificios añosos, con aire soviético, y decenas de iglesias, estatuas y monasterios adornan la ciudad. El más icónico, quizás, es el Monasterio de San Miguel de las Cúpulas Doradas, unas cuadras al norte del centro, con casi 1.000 años de historia. También la Catedral de Santa Sofía, construida en el siglo XI.

    Más al este está el Museo de la gran Guerra Patriótica, que conmemora la batalla con la Alemania nazi. Cientos de aviones de combate, tanques y otros armamentos se esparcen en un parque de varios kilómetros. Sobre el final, como vigilando la ciudad, una mujer de 62 metros levanta su espada. Es la Madre Patria, la protectora de Kiev.

    "Por eso me encuentro con cientos de velas y fotografías de las víctimas, así como con visitantes que han convertido el lugar en un centro de peregrinaje.


    Viajar a Chernobyl

    Para ir a Chernobyl es necesario contratar un tour. Y estos van desde los 120 dólares por persona y duran todo el día. El recorrido comienza en Kiev a las 8:00 y en una hora y media ya se está en la ciudad abandonada. La mayoría de los guías hablan inglés, aunque se pueden encontrar algunos tours en español. Hay decenas de agencias. Una de las más conocidas y con la alternativa en español es Chernobyl Wel (www.chernobyl-wel.com).

    lo que es equivalente a $108 chilenos cuesta el pasaje de metro. 4 grivnas

    "Winter on fire" es el audiovisual de Netflix que retrata la revolución de 2013.

    documental

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