• Liberados los 33

    Simba, Shakira y Rolex no son los nombres artísticos de ningún cantante, sino que son leones. Tres de un grupo de 33 que fueron rescatados en Perú y Colombia, del abuso de circos, para ser llevados a un santuario de grandes felinos llamado Emoya, en Sudáfrica.

    La acción se trató de la mayor operación de la historia de transporte de felinos en cautiverio, según declaró la ONG Animal Defenders (Defensores de Animales) quienes no sólo promovieron la iniciativa sino que lucharon porque este sueño se hiciera realidad. Sucedió gracias a que el año 2011 en Perú y el 2013 en Colombia se adoptaron leyes de protección animal con las que se prohibió el uso de animales en circos. Claro, la ley estaba pero, ¿qué pasa posteriormente con los animales? ¿Dónde podrían quedarse la cantidad de animales que son abusados y que necesitan condiciones especiales de recuperación? Es aquí donde entran las ONG que deben salir a juntar fondos, buscar lugares en donde podrían quedar los felinos, luchar con las burocracias internas y lograr sus cometidos.

    Desde el santuario cuentan que los leones llegaron tranquilos tomando en consideración el viaje que tuvieron que hacer (15 horas en avión desde Perú hasta Johannesburgo y luego una travesía en camión hacia el santuario). También informaron que durante los siguientes meses su hábitat se irá extendiendo progresivamente, en la medida que vayan acostumbrándose a su nuevo entorno. Por supuesto no es llegar y soltarlos: estos animales nunca han tenido una vida acorde a su existencia. Son animales salvajes, cazadores, de gran inteligencia, pero cuyos instintos les han sido despojados a punta de maltrato y violencia.

    Los circos podrán defenderse mucho, pero ni con la mejor intención son capaces de mantener a estos animales salvajes en un lugar mínimamente digno. Los viajes en jaulas, los corrales diminutos e improvisados para que estén "sueltos" son un chiste. Y, por supuesto, la domesticación a los que los someten para que la gente no sea atacada por ellos. Les sacan las garras, les pegan una y otra vez hasta convertirlos en animales sumisos, algo para lo que no han nacido y que es completamente contrario a su ser. Estos pobres animales jamás han estado en su hábitat natural y jamás podrán estarlo, por lo que las ONG actúan desde el amor y el esfuerzo propio para darles la mejor vida posible dentro de los años que les quedan.

    Sólo nos resta alegrarnos por esta linda noticia, esperando que en un corto plazo todos los animales en cautiverio que son usados en espectáculos -producto de la ignorancia y morbo de las personas- sean liberados.

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