• El camino de Julio Álamos para llegar a ser Campeón Nacional Supermediano

    El púgil chileno (26) estuvo radicado en EE.UU. durante 12 meses, donde entrenó en el Gleason's, club que cobijó a Muhammad Ali y a Mike Tyson. El siempre fiel creyente de las cábalas asegura que "siempre voy con mis calcetines de la suerte".

    Jorge Reyes Patuelli

    "¡Julio, Julio, Julio!", vitoreaba el público desde las graderías del Club México mientras el púgil le propinaba una descarga de golpes secos al Campeón Supermediano Nacional, Arnoldo Poblete. Estaban en el tercer round y Julio Álamos (26) fue con todo. Aprovechando el aliento de la gente y con una combinación casi perfecta, dejó en la lona a Poblete. Un nuevo nocaut (KO) para el joven de Las Condes. El campeón caía y su cinturón tenía un nuevo dueño.

    "Fue impagable la sensación. Creo que ha sido la pelea que más felicidad le ha dado a mi vida", dice el boxeador de 76 kilos y de 1.86 metros, mientras exhibe el cinturón que lo confirma como Campeón Supermediano Nacional en el Habana Boxing Club, gimnasio que recién estrenó en la zona oriente de Santiago en honor al estilo cubano, "la escuela más linda", según el boxeador.

    El campeón anterior no quería viajar a Santiago a pelear. Pero el joven lo convenció. Poblete, oriundo de Lautaro, Región de La Araucanía, intentó defender su título en una de las cunas del boxeo capitalino. "Se llenó de gente que me fue a ver. Valoro los huevos que tuvo", añade el púgil.

    El santiaguino pasó por varios deportes antes de ser boxeador profesional. Kung-fú, básquetbol, fútbol, tenis y hasta atletismo, pero ninguno le provocó la pasión que despertó con el boxeo. Y fue hasta los 15 años, cuando su mamá lo inscribió en una actividad extra programática después del colegio: boxeo tres veces por semana. "Me mandaba a gastar energías", añade Álamos. Desde la primera clase sintió que este era su deporte. "Me enamoré del boxeo. La primera clase dije: 'esto es de otro mundo'".

    El también estudiante de ingeniería debutó profesionalmente el año pasado en el Teatro Caupolicán. A su rival de turno, el argentino Gastón Ávalos, ya lo había vencido dos veces. "El compadre venía con sangre en el ojo", agrega Álamos. Y por lo mismo salió con todo. El debutante perdió el primer round. "Me pegó harto. Pero después pude adecuarme y terminé ganando también por KO", dice alegre Álamos. "¿Qué mejor que ganar por KO en tu debut?", añade.

    Paso por ee.uu.

    En 2013, el púgil decidió viajar a Nueva York, ciudad que respira boxeo. Álamos fue hasta Estados Unidos con 12 peleas como boxeador amateur y un subcampeonato nacional. "Quería medirme a mí mismo", dice convencido. Ahí se entrenó en uno de los gimnasios más reconocidos en Estados Unidos, el Gleason's, cuna de campeones mundiales como Mike Tyson y Muhammad Ali.

    Después de seis meses entrenando, logró salir campeón amateur de Nueva York, en la categoría 81 kilos. "Peleaba con puros afroamericanos y cuando me subía al ring pensaba: 'me van a matar'", cuenta el boxeador. En su vuelta al país fue llamado a la selección nacional, en la que estuvo dos años. "Conozco todos los países y he peleado con todos los boxeadores de Sudamérica. Eso me motivó a darme cuenta de que tengo el nivel para estar con los más grandes del mundo", asegura con la mirada seria.

    Álamos cree en las cábalas. Antes de cada pelea, después de tomar desayuno, va a una plaza a elongar y a meditar. Pero tiene algo más importante. "Siempre voy con mis calcetines de la suerte", dice entre risas. Y esto le sirve para manejar la ansiedad antes de cada combate. "Todos se ponen nerviosos y el que no, está loco. Tiene un problema mental", dice el boxeador que olvida toda ansiedad al momento en que la campana suena en señal de que comenzó la pelea. Y una nueva lucha aparece en el horizonte de este joven púgil. "Sí o sí volvemos a pelear en octubre", añade antes de lanzar el primer gancho de derecha.

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