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  • Planeta Uyuni: un salar de otro mundo

    Es el salar más grande de Bolivia y el más alto del mundo, y con el tiempo se ha convertido en un imán para los viajeros por el altiplano. Llegar acá es una aventura que vale la pena, internarse en su geografía se torna algo inolvidable.

    Jorge López Orozco

    Es enero y las precipitaciones de la madrugada cambian la cara del poblado de Uyuni, ubicado a 540 km al sur de La Paz, la capital boliviana. El "invierno boliviano", fenómeno que riega con lluvias el altiplano durante nuestro verano, acelera los preparativos del centenar de vehículos todo terreno. Las máquinas y sus choferes son los encargados de entrar en el afamado salar de Uyuni que, en jornadas con lluvia, torna su clásica superficie alba en una especie de gran piscina que refleja lo que tenga en frente. En un enorme espejo que atrae a miles de visitantes de todo el mundo.

    Uyuni se iba a hacer famoso, tarde o temprano. Sus 20 mil habitantes son vecinos de esta gigantesca sábana blanca de 10 mil kilómetros cuadrados que es, también, la mayor reserva de litio del mundo, con cerca del 70% del total planetario. Es tan rica en el metal como en las postales que deja en la memoria de cualquier cámara.

    Uyuni -el pueblo- es un buen campo base para aclimatarse a los casi 4 mil metros de altura en que está ubicado, altitud promedio del altiplano, y lo que lo transforma en el salar más alto del mundo, a 3.600 metros sobre el nivel del mar.

    El pueblo cuenta con excelentes pizzas, pequeños mercados callejeros y decenas de agencias que ofertan, principalmente, dos tours: el de tres días que puede conectar con San Pedro de Atacama surcando el parque nacional Avaroa y el "full day" que va hacia la isla Pescado, principal punto turístico en el salar.

    Ambas opciones recorren dos puntos clásicos en la zona: el cementerio de ferrocarriles, a pocos km del centro de Uyuni y con decenas de viejos vagones y locomotoras destartaladas en medio de las montañas, y la villa de Colchani, distante a 30 km, vecina del salar, compuesta por varios puestos artesanales y donde está el Museo de la Sal, construido completamente con ladrillos salados.

    Un lago de cielos

    Luego de un almuerzo colectivo en un restaurante edificado con sal, los vehículos se dirigen hacia la isla Pescado, un promontorio con pequeños montes y largos cactus que está aislado en medio de este manto blanco.

    A poco andar, Fredy, el guía y chofer que desde hace 5 años cambió la agricultura por el turismo, reduce la marcha a unos 10 km por hora. En una fracción de segundo entramos en un nuevo planeta en que todo flota, con una panorámica que muestra dos cielos muy pegados. De verdad pareciera que no hay piso.

    Las precipitaciones de la noche anterior generan un efecto que hace doble a montañas, nubes, al sol y a cada uno de los viajeros.

    Con una sonrisa, Fredy indica que hará una parada. Equipados de botas de caucho, los pasajeros del 4x4 -un niño brasileño, dos franceses, una sueca, un boliviano-sueco y un chileno- entramos en este lago de sólo 10 cm de profundidad.

    No hay viento. El enorme salar de Uyuni surge como un regalo imposible de captar totalmente con las cámaras.

    Lo inundado de la superficie impide que podamos llegar a la isla Pescado, en la que tras pagar $10 bolivianos (mil pesos chilenos), se puede hacer pequeños senderos de trekking. El viaje inconcluso, por la posibilidad de que el vehículo se quedara en panne por la sal, no desanima a nadie.

    Hay más paradas, sesiones de fotografías y como guinda de esta salada torta una vibrante puesta de sol, que deja a todos contentos. Atrás quedaron las molestias del mal de altura, el frío en verano o el incómodo trayecto en bus desde Calama. En la retina viajera revivirán esos reflejos del salar de otro mundo. Nada más.

    El Hotel Jardines de Uyuni es una buena alternativa, tiene habitaciones amplias, piscina temperada y abundantes desayunos. La doble cuesta $65.000. Más en www.jardinesdeuyuni.com. Ahora, para otro tipo de bolsillos Uyuni está lleno de alojamientos económicos en donde un cuarto doble con baño privado cuesta desde los $10.000. Opciones de alojamiento en el mismo salar también hay. Hoteles construidos 100% de sal, en las afueras de Colchani -distante a 20 km de Uyuni- con precios sobre los $80.000 por noche, son una alternativa.


    ¿Dónde dormir?


    ¿Cómo llegar?

    Para viajar al salar Uyuni hay dos opciones por Chile. Desde Calama existen los buses Atacama 2000 (www.recorrido.cl), que salen a las 6 am y demoran entre 7 y 8 horas. Cuesta $15.000. La otra alternativa es desde San Pedro de Atacama. En esos casos hay tours de 3 días que cuestan sobre los $100.000. Desde La Paz u Oruro, en Bolivia, hay autobuses que van desde los $7.000 hasta Uyuni. También existen Expediciones Alkaya, donde el "Full Day" cuesta $20.000 por persona. Incluye guías y comidas (www.salardeuyunialkaya.com).

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