• Los 40 años o el punto de no retorno

    Los cuarenta. Cuando te acercas a esta década, intuyes que algo tambaleará en tu interior. Siendo precisa, el movimiento subterráneo comienza antes, por que asumes que algo se te vendrá encima. Por que es una edad que fue vaciada de su carácter neutral, para verse coagulada de significados relacionados al comienzo del fin. Aunque cada vez más nos obsesionemos por retardarlo y que contemos con toda esas tecnologías de "la vida saludable", una parte de nosotros reconoce que el camino va en declive.

    ¿Será por eso que existe en el imaginario el estereotipo del cuarentón? Ese que pega un alarido desesperado por juventud, vive una segunda adolescencia, recurre a veces al bótox, otras a las tetas plásticas, a correr la maratón, buscarse una lolita, en fin. Yo, ya viví eso.

    Sin cuarentena

    Siendo mamá joven -porque siempre he ido con tanto apuro-, la asfixia me vino antes, casi diez años antes, y como yegua chúcara me arrojé al "mercado de la carne". Pero fue sólo un veranito de San Juan, el afán por estar soltera pasó a ser Sol-edad más temprano que tarde. Y preferí la compañía que calma, que por alguna razón nos resta libido, pero nos hace dormir tranquilos.

    Será por eso que ahora en el umbral de la década, no me acecha el ánimo adolescente tardío. Mas, sí un presentimiento de otro orden. De que esa idea que tenía de mí, más bien de lo que podría llegar a ser, ya no fue. Peor aún: quizás ya fue y no me di cuenta.

    ¿Pude llegar más lejos?

    Quizás la verdad de los cuarenta -por razones más simbólicas que cronológicas- nos parte la vida en dos. La primera, donde miramos el porvenir más o menos auspicioso y en la que, suponemos, estamos en camino a recibir eso que fantaseamos. En ese tramo de la vida, si no está resultando, siempre podemos culpar a otro, a las circunstancias, o esperar más tiempo. Preparándonos para el gran momento. Trabajando duro para luego poder cosechar, no sólo lo material, sino que también un cargamento aún más importante: el ego. Soñando ese momento ególatra, en que nos desdoblaremos y nos diremos a nosotros mismos, en un gesto de embriaguez autocomplaciente: "Hasta donde he llegado".

    Y ahí es cuando el cuchillo de la adultez dibuja el horizonte. Digamos, esta sería la segunda parte. Y reconocemos que todo lo que sembramos ya floreció y puede que lo estemos disfrutando... en el mejor de los casos. Porque la cosa empieza a doler cuando insistes en que debieses ser más, tener más, y sigues sembrando de manera obsesiva, esperando y esperando el gran día en que la vida sea eso que imaginaste.

    Caer en cuenta de que uno -aunque suene a obviedad- no es ni más menos de lo que es, es difícil de aceptar. Y lejos de asumirnos, suponemos que más bien tenemos un problema de -ese concepto tan manoseado- autoestima. Falta de amor propio, que en el fondo no es más que resentimiento, cuando estamos decepcionados de lo que somos, y creemos merecer más. Más reconocimiento, más amor, más belleza, más éxito. Por eso, el supuesto conflicto de autoestima, suele más bien ser una queja, una demanda hacia el mundo.

    En ese sentido, los cuarenta son como una metáfora del conflicto falso de autoestima. Es un espejo: eso somos, no hay más. Ya somos grandes en serio. Nos puede dar rabia o desilusión. Pero si somos capaces de hacer los duelos correspondientes de nuestros ideales megalómanos, podemos hasta reírnos; y algo aún más importante: descansar de los ideales fálicos que nos esclavizan.

    Hay cosas que ya no fueron. O que fueron ya y no nos dimos cuenta. Por que quizás no tenían los fuegos artificiales que imaginamos. Quizás porque nunca fueron tan importantes.

  • Crean prueba para detectar drogas a través de las huellas dactilares

    El nuevo test desarrollado por institutos de distintos países podría revelar el consumo de cocaína de manera más rápida, higiénica y segura.

    Un estudio publicado por la revista Analyst demostró un método no invasivo para detectar el consumo de cocaína a través de las huellas dactilares. Esta es la primera vez que una prueba puede determinar si la droga ha sido ingerida en el cuerpo, y no solo detectar si se ha tocado.

    La prueba fue diseñada por un equipo internacional de científicos que incluyen al Instituto Forense de Holanda y al Laboratorio Nacional del Reino Unido, fueron guiadas por la Universidad de Surrey.

    La prueba funciona a través de los rastros de cinamato metilecgonina y benzoilecgonina, sustancias que quedan como residuos en las huellas digitales luego de consumir la droga. "Para nuestra investigación, rociamos sustancias en los dedos de los individuos para determinar si estos compuestos estaban presentes", declaró la líder del estudio, la doctora Melanie Bailey.

    Los investigadores creen que esta prueba puede tener un fuerte impacto en la manera en que se testean las drogas, especialmente como pruebas de rutina en cárceles y otros establecimientos de seguridad. Además, los test de drogas actuales tienen ciertas limitaciones: el examen de sangre requiere personal calificado para realizar el análisis, y las pruebas de orina pueden afectar a la privacidad de los investigados.

    "Lo mejor de esta prueba es que no solo no es invasiva y es más higiénica que las pruebas de sangre o saliva, sino que además no puede ser falseada", agregó la doctora Bailey.

1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24