• "Hay que ser ordenados para que esto no se repita"

    Combatió el fuego y perdió su casa. Hoy espera, junto a sus vecinos de Santa Olga, el inicio de la reconstrucción del pueblo arrasado por el fuego.

    Felipe Gómez - Santa Olga

    "¡Bombero caído, capitán! ¡Tenemos bombero caído!". La frase todavía da vueltas en la cabeza del capitán José Alarcón Zapata, de la 5ª Compañía del Cuerpo de Bomberos de Santa Olga. Cada día. Cada jornada desde el 25 de enero pasado, la frase vuelve insistentemente a su cabeza.

    Con esas palabras un teniente le avisó que el voluntario Hernán Avilés (35), del Cuerpo de Bomberos de Talagante, había muerto cuando arrancaba del fuego después de realizar una evacuación de urgencia en el sector de Huillín, en medio del incendio forestal que destruyó las 850 casas que había en Santa Olga, en la Región del Maule.

    "Teniente ¿Está seguro?", respondió Alarcón. Luego explicó que no podía creer lo que estaba escuchando.

    El epílogo es historia conocida. Después de un rato se confirmó la muerte del voluntario Avilés. Desde eso ya pasaron más de dos meses. José Alarcón todavía no se repone. Tampoco sus vecinos de Santa Olga. "Uno jamás quisiera escuchar esto, amigo. Como padre de familia altiro uno piensa en que uno de nosotros no va a llegar a su casa. Ese sentimiento de que salimos todos y uno no va a llegar es difícil de enfrentar. La cabeza empieza a divagar, uno piensa en su familia, hijos, en la institución. Todo se mezcla", relata, mientras camina entre las cenizas todavía humeantes de los aserraderos que colindan con Santa Olga.

    Ese día de enero, Alarcón le dio descanso a su unidad porque llevaban más de 48 horas peleando contra el fuego. "Pero cuando llegó la unidad de Talagante yo asumí como maquinista y me tocó transportarlos. Fue todo muy rápido", recuerda.

    Bombero y civil

    José Alarcón tiene 31 años. Los mismos 31 que lleva viviendo en el pueblo. "Acá fui a la escuela, de acá son mis amigos y acá me casé", cuenta. Por eso, asegura, el incendio lo golpeó en todos los frentes. Perdió a un compañero de Bomberos, perdió su casa, las de sus vecinos y amigos, e incluso, el cuartel de la de la 5ª compañía.

    "Te voy a contar algo. Estaba construyendo mi casa y tenía un 80% de avance cuando vino el incendio. Pero me dediqué a trabajar en la emergencia. No saqué nada de la casa", dice. Y agrega: "¿Por qué no me preocupé de mi casa? Igual uno con el tiempo piensa... 'pucha, uno anda atendiendo a los demás ¿y uno?' pero de eso se trata ser bombero. Uno trabaja por sus convicciones, eso fortalece y con eso uno se afirma", cierra. Su voz se entrecorta porque está emocionado.

    Luego, recupera el aire y recuerda que la última vez que vio su casa en pie fue justamente en la tarde del 25 de enero, cuando fue a buscar una máquina para soldar para arreglar el carro bomba que estaba en panne. "Me paré y la miré. 'Chao casita' dije en voz alta, jaja. Es que no había nada más que hacer. Me puse lentes bien grandes para no demostrar la pena. Es que me corrían las lágrimas, compadre", confidencia.

    Reconstrucción

    La semana pasada se realizaron tareas de despeje en Santa Olga, pero el lugar todavía luce devastado. José Alarcón sin embargo, es optimista. "Yo sé que Santa Olga nunca va a ser como era antes. Aunque quede todo espectacular, ya no vamos a recuperar nuestros recuerdos. Pero creo que esta es una buena oportunidad para ordenarnos, para reconstruir con las medidas de seguridad y que esto no se repita nunca más. Pero hay que tener paciencia. No es llegar y ponerse a construir casas en cualquier lado. Si se cumplen todos los proyectos que se han prometido, esto va a convertirse en un lugar bonito. Vamos a tirar pa' arriba. Estoy seguro", concluye. Con un apretón de manos, José Alarcón cierra la conversación y se regresa a su trabajo. Tiene que seleccionar la poca madera que aún se puede usar en el aserradero.

    Testimonios: En esta página presentaremos cada semana las historias de personas necesitadas de ayuda tras el desastre y te diremos cómo apoyarlos.

    "Uno piensa... 'pucha, uno atendiendo a los demás ¿y uno?' Pero de eso se trata ser bombero"

    "'Chao casita' dije en voz alta. No había nada más que hacer. Me puse lentes para no demostrar la pena"


    Historias de esperanza

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