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  • "Acá sacamos fuerzas no sé de dónde"

    Jardinera del vivero de la U. de Chile huyó del fuego con su marido y hoy espera la reconstrucción: "Tenemos que hacerle empeño".

    Felipe Gómez - Santa Olga

    "-Vieja, ¿cómo voy a sacar el colchón, si no me lo puedo?"

    "-¡Vas a tener que poder viejo, tenemos que irnos ahora!".

    Así comenzó el dificultoso escape de la señora Rosalía Cavas Urrutia, junto a su marido de 83 años, el día en que las llamas de los incendios forestales comenzaron a consumir Santa Olga. Y si no es porque ese día tenían una camioneta a mano, no habrían podido huir del fuego.

    Como muchos de sus vecinos, familiares y amigos, ese 25 de enero no creyó que el fuego llegaría hasta el pueblo. "En la tarde, con mi hijo llenamos dos tambores con agua por si llegaba el fuego para acá, pero después me di cuenta que eso no iba a ser suficiente. El fuego llegó con un sonido como rugido. Venían como serpientes de fuego avanzando. Qué atroz recordarlo", se lamenta y agrega: "Nunca había visto algo como lo que pasó ese día. Cuando arrancamos no supe nada de mis hijos durante horas. Estaba muy asustada. Finalmente nos pudimos comunicar, afortunadamente ellos estaban bien".

    Rosalía -o Rosita como la conocen mejor sus amigos cercanos- vivía en el sector de Los Aromos cerca de Santa Olga y hasta hoy trabaja en el predio Las Brisas que tiene la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile en Santa Olga.

    Y a pesar de que perdió su hogar, tambores con trigo, todas sus herramientas de trabajo y a algunos de sus animales, doña Rosalía seca sus lágrimas y de algún modo, dice, siempre se las arregla para andar de buen ánimo y sonreír a pesar de la tristeza que a ratos la embarga. De hecho, camina por su trabajo saludando y bromeando con sus compañeras. "No queda otra. No nos podemos echar a morir", dice.

    "sacar fuerzas"

    "Mire, mijito, yo espero que todo se mejore. Dios quiera que todo quede más bonito en Santa Olga. Siento que todavía tenemos energía para luchar. Tenemos que sacar fuerzas, no sé de a dónde, pero tenemos que sacarla. A veces yo me siento agotada porque tengo artrosis, pero tenemos que hacerle empeño o si no, no vamos a tener dónde vivir... Mi marido tiene una pensión chiquitita de cien mil pesos y yo aporto otro poquito con mi sueldo trabajando acá. Todavía tengo a mi viejito conmigo, ahí nacen las fuerzas. Además, por suerte no se quemó mi lugar de trabajo y al menos tengo sustento para seguir adelante", explica para luego aclarar que hoy vive como allegada junto a su esposo en casa de uno de sus hijos.

    "Nos han recibido súper bien. Pero no es lo mismo que tener una casita propia. Con mi viejito teníamos nuestras rutinas, nuestra privacidad. Y uno no quiere molestar en la casa de otra persona, por mucha confianza que haya. Echamos de menos nuestra casa, qué quiere que le diga, pero hay que adaptarse a lo que tenemos por ahora", confiesa.

    "A veces me siento agotada porque tengo artrosis, pero tenemos que hacerle empeño o si no, no vamos a tener dónde vivir..."

    A través del Desafío Levantemos Chile, se puede ayudar de distintas maneras.

    Aporte económico: Transferencia a la cuenta corriente del Banco de Chile, a nombre del Desafío Levantemos Chile, con el rut 65.943.320-6 y al número de cuenta 98027-07. Es importante adjuntar un mail a transferencias@desafiochile.cl Asunto: "Reconstrucción Santa Olga".

    Apadrinamiento: Desafío invita a todos quienes deseen apadrinar a una familia de Santa Olga, no desde lo económico, sino desde el acompañamiento y la contención. Para hacerlo, debes escribir a apadrinasantaolga@desafiochile.cl

    ¿cómo ayudar?

    desafío levantemos chile

  • Historias de esperanza

    Testimonios: En esta página presentaremos cada semana las historias de personas necesitadas de ayuda tras el desastre y te diremos cómo apoyarlos.

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