• Lollapalooza y su nuevo estilo de baile

    Este año el público que asistió al festival prefirió los beats por sobre los sonidos más clásicos del rock.

    No esperaron a Jack White el sábado. Escucharon el último beat en el Coca Cola Stage y se fueron. Antes de eso y frente al show de Skrillex gritaban enfervorizados. Era un público que llegaba con esfuerzo a los 21 años, provisto de monopads en los que se aseguraban smartphones y GoPro.

    El Dj californiano, con su pelo largo y lentes característicos, mezclaba cada tema sin ansiedad- muy distinto a su presentación en Lollapalooza 2012- y llevaba al público a confiar en un viaje con destino al hip hop de Dj Khaled, Missy Elliot, la música chicha, los beats rápidos del electro house y las frecuencias bajas del dubstep.

    Las mujeres respondían con energía bailando sobre los hombros de sus amigos. Sacándose la polera y quedando en sostenes, con su pelo largo y coronas de flores.

    Muchos de ellos son los que el domingo -y pese al calor que se vivía en Lollapalooza a las cuatro de la tarde- escucharon y corearon los temas del grupo inglés Alt-J. Una banda indie que mezcla guitarras, sintetizadores con efectos marcianos, ritmos con olorcillo a samba. Que conectó perfecto con el público que se movía desenvuelto y hacía las segundas voces del vocalista: un frontman que hace gala de un timbre medioriental, llamativo por sí solo.

    O que fue a ver a Chet Faker, un australiano con una cálida e intensa voz, que se viste con un estilo triphop con aires de reggae, baterías con quiebres dubstep (otra vez) y que, incluso, canta clásicos del R&B como No Diggity -popularizada en los 90 por Blackstreet. Esta audiencia es la misma que ha venido copando año tras año el Movistar Arena, cuando la electrónica ensordece y se bate de luminosas pantallas leds y lasers para generar un efecto hipnótico, que hace creer que son las tres de la mañana en una rave, cuando sólo son las cuatro de la tarde afuera. Los mismos que le van ganando terreno a los seguidores del rock (que el domingo hicieron sentir su energía y fanatismo con Kasabian y Robert Plant). Los mismos que frenéticamente vieron a Calvin Harris levantar las manos y remezclar una y otra vez la música house.

    Un grupo heterogéneo que ama la música basada en secuenciadores, samplers y loopers de voz. Ritmos alejados de las guitarras del rock clásico o el grunge, que los hacen saltar y moverse coreográficamente, con sonidos plagados de bombos gruesos que los ponen a competir por quien hace su mejor y nuevo estilo de baile.

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