• Hay que mejorar la comida callejera, no prohibirla

    por álvaro peralta / @dontinto

    Hace un par de semanas leí una entrevista al recientemente asumido alcalde de Santiago, Felipe Alessandri, donde afirmaba que "no es que esté en contra de los carros de comida, pero tenemos que buscar que se regularicen, que pasen por la Seremi de Salud".

    La verdad es que me parece sensato lo que dice. Mucho más que lo que le escuché durante su campaña, donde daba la impresión que hasta los vendedores de helados tendrían sus días contados en esta comuna si él resultaba elegido. Y lo cierto es que la comida callejera necesita eso: normarse. Es decir, tomar las medidas regulatorias que sean necesarias para que por un lado cumpla con los ordenamientos legales y sanitarios que la autoridad exige en lo relacionado con alimentos y, por otro, que tampoco se convierta en una competencia desleal para los comercios establecidos que venden similares productos. Me explico: por muy autorizado que esté un carro de completos, éste no se puede instalar justo afuera de un Dominó.

    Ahora bien, ¿por qué es mejor normar la comida callejera que prohibirla? Básicamente porque las ganancias de todo tipo que esta actividad le genera a la ciudad son altamente superiores a los problemas que pudiesen ocasionar. Primero, porque el ritmo vertiginoso de una urbe como Santiago hace necesaria la existencia de estos productos alimenticios "al paso". Segundo, porque un alto porcentaje de las personas que venden este tipo de comida son inmigrantes, por lo que la regularización de su trabajo podría permitirles también reglamentar su situación migratoria en el país; un tema del que se ha hablado bastante durante las últimas semanas. Y tercero, porque toda gran ciudad del mundo (y siempre he pensado que Santiago lo es) tiene comida callejera. Piensen en Ciudad de México, Nueva York o Berlín; por sólo mencionar a algunas.

    Y además de todo lo anterior, lo cierto es que en Chile la comida callejera cuenta con la preferencia de los consumidores. Según un reciente estudio de la U. San Sebastián, cuatro de cada diez chilenos reconoce comprar comida en la calle. ¿Qué comemos en la calle? Según el estudio lo preferido son las sopaipillas, seguidas por los completos y el mote con huesilllos. Aunque los jugos de fruta vienen creciendo fuerte en el último tiempo. Así las cosas, está claro que la comida callejera es algo imposible de borrar de las ciudades y no queda otra que normarla para que así mejore. Y si quiere comer algo de la calle pero en la comodidad de su casa, siga la receta de hoy.

    "El ritmo vertiginoso de una urbe como Santiago hace necesaria la existencia de estos productos alimenticios 'al paso'."


    Cómo elegir el zapallo ideal

    Se recomienda escoger los frutos que estén de color verde oscuro y opaco, con parte de sus "cachetes" amarilllos o anaranjados y con el cabillo -pedúnculo- de color beige y que se vea bastante seco. Nunca hay que optar por las calabazas que tienen partes blandas o están abolladas. Una vez adquirido el fruto, éste debe conservarse fuera del refrigerador, ya que puede durar mucho tiempo. Lo ideal es dejarlo en lugares secos y ventilados, lo más lejos posible de la luz.

  • Ingredientes

    -1/2 taza de zapallo cocido molido

    -2 tazas de harina (sin polvos de hornear)

    -3 cucharadas de manteca derretida

    -½ taza de leche tibia

    -Manteca para freír

    -3 tomates pelados

    -1 cebolla pequeña pelada

    -2 ajíes verdes sin semillas ni nervaduras

    -½ paquete de cilantro

    -Sal, aceite de oliva y limón

    Poner en una superficie plana la harina formando un pequeño volcán y en su interior vaciar la manteca derretida junto con la sal (no más de una cucharada) y la leche tibia más el zapallo. Mezclar bien todos estos ingredientes (a mano) hasta que tengamos una masa que no se pegue a la mesa y que sea suave y algo elástica. Después, uslerear hasta que quede con un espesor de medio centímetro y luego cortar con un molde redondo. Perforar cada una de las sopaipillas -un par de veces- con un tenedor y freír en la manteca derretida y bien caliente. Sacarlas y ponerlas en una fuente con papel absorbente.

    Para el pebre: picar los tomates en cuadros bien pequeños, lo mismo con la cebolla. Los ajíes y el cilantro, lo más finamente posible. Mezclar todo en un bowl, agregar sal, aceite de oliva y limón.

    La receta de hoy | Sopaipillas con pebre

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