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  • Los parajes secretos de la Sierra Madre mexicana

    Quebradas, refrescantes ríos cristalinos, cascadas y sótanos de aves endémicas se encuentran en la Sierra Gorda de Querétaro y la región Huasteca de San Luis Potosí.

    Tamara Ehrenfeld Danon

    Paradisiacas playas, arenas blancas y un vaso con el trago preferido en la mano es a lo que muchos optan para vacacionar cuando se les habla de México. Pero su geografía es muy diversa, y es que el 85% del territorio está formado por cadenas montañosas que albergan distintos ecosistemas. Sitios igual o más imperdibles que Playa del Carmen o Cancún.

    La Reserva de la Biósfera Sierra Gorda de Querétaro y la Huasteca de San Luis Potosí, en medio de la enorme Sierra Madre Oriental, es una de ellas. La zona aún conserva especies endémicas y cualquier mexicano que la conozca dirá que es de las más hermosa del país. Y, justamente, la mayor parte del turismo es nacional por lo que no hay grandes resorts ni hoteles lujosos. Perfecto para los que quieren escapar del todo incluido.

    Al alejarse de la ciudad de Querétaro, por un camino llano y seco hasta el acenso por interminables laderas verdes, se revelan las cadenas montañosas del área natural protegida que preserva miles de especies animales y vegetales. La sierra llega hasta los 3 mil metros sobre el nivel del mar y abre paso a distintos valles.

    A 35 kilómetros al noroeste de Jalpan de Serra, en uno de los montes se encuentra la segunda sima o abismo más grande del mundo. Es una enorme cavidad conocida como el Sótano de Barro, y en sus 455 metros de profundidad alberga a la última colonia de guacamayos verdes de esta zona.

    Para llegar, es necesario alojar en el refugio que está a los pies del cerro, en Santa María de Cocos, y subir 7 km a pie o en mula a las 4 a.m. La demandante pendiente en total oscuridad es completamente opacada por la emoción de escuchar los primeros chillidos retumbar en las paredes del recóndito agujero, mientras el sol muestra sus primeros rayos entre un mar de montañas.

    El guía, Manuel, de 17 años, explicó que si se avanza por la Huasteca potosina, en las alturas de la región de Aquismón, se encuentra el Sótano de las Golondrinas. "Allá entran más de dos millones de aves en vuelo a máxima velocidad", dijo marcando un próximo destino.

    Para llegar al místico cráter donde habitan los vencejos de cuello blanco -comúnmente confundidas con las golondrinas- se deben bajar 500 escalones desde la comunidad Unión de Guadalupe.

    Corrientes surreales

    Con la presencia de montes confluye la existencia de quebradas fértiles y paisajes exóticos, como el de la cascada de Tamul, ubicada en La Morena -a 80 km al norte de Aquismón- que con sus 105 metros de altura une el río Gallinas con el Santa María. Para llegar a verla hay que remar río arriba sobre una canoa.

    Y al regreso, el cauce tiene dos rápidos donde Enrique Villa (41) propuso una extrema aventura. "Tírense al agua y levanten las piernas para que no les peguen las rocas. Brazos en el salvavidas y cabeza arriba". Así llegamos a una cueva de agua cristalina que brota desde el subsuelo y nutre al cauce mayor.

    El escenario es extraordinario y resulta ser el nacimiento del río Tampaón.

    En el sector de la Reserva de la Biósfera, la quebrada más mágica por su corriente pura y cristalina es la del río Escanela. Principalmente, por la atracción natural llamada Puente de Dios. Al borde del arroyo hay un sendero de 40 minutos donde puentes improvisados de madera y rocas erosionadas guían por un paisaje sacado de un cuento fantástico para llegar a una cueva abierta que escurre chorros de agua desde su cielo. El río es tan transparente que en su fondo se aprecian claros tonos grises y turquesa.

    Un escenario similar eligió el escultor inglés Edward James cuando quiso realizar su quimera en medio de la selva huasteca. Hace 73 años el fallecido multimillonario visitó México, se enamoró de un pueblo llamado Xilitla, y materializó un jardín surreal incrustado en la naturaleza. En el jardín Las Pozas hay edificios de tres pisos sin paredes, sostenidos por pilares largos y flores talladas en piedra; puentes vertiginosos, pasadizos, escaleras sin fin y escalones que llevan a diversos escenarios de la arquitectura surrealista. Además, tiene nueve albercas naturales del río Huichihuayán, que rodea la onírica construcción con sus aguas claras y tonos celeste.

    el clásico del cine "El Tesoro de Sierra Madre" se ambientó en un lugar recóndito de la zona en 1927.

    500 escalones se deben bajar desde la comunidad Unión de Guadalupe para llegar la cráter.

    sótano de barro es la segunda sima más grande del mundo, con 455 metros de profundidad.

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