Camila Infanta S.

En un mundo perfecto, un asador debería terminar su labor, limpiar la parrilla con el fuego aún prendido, limpiarla y luego guardarla adecuadamente en un lugar seguro y con las protecciones necesarias para que no le entre polvo, agua o algo que pudiera dañar el futuro asado. Pero eso no ocurre. O no en todos los casos, por eso, a un poco más de una semana de las celebraciones dieciocheras hay muchos que tendrán que desempolvar la parrilla tras meses de reserva. El punto es ¿cómo hacerlo?

Según Rodrigo Gómez, presidente de la Asociación Chilena de Parrilleros y South American Ambassador World Barbecue Association, la parrilla se tiene que limpiar cuando esté tibia o derechamente caliente.

Pero hace una salvedad: "El fuego debe estar fuerte, pero el carbón negro (no bien encendido)".

Dice que una vez caliente, se debe usar un poco de vinagre para disolver la grasa, luego pasarle un cepillo de puntas duras y finalmente un paño limpio.

En los quinchos, el procedimiento es el mismo, pero como no se puede guardar, el experto aconseja cubrirla.

En lo que Gómez es categórico es que jamás se debe usar un producto químico para limpiarla. "Es un pecado. O sea, es mejor usar agua caliente por último. Ningún detergente de ningún tipo, pues cuesta mucho sacarle el olor. Afecta el sabor y el aroma de la carne", dice.

Agrega que la grasa y residuos de la parrilla al tener contacto con la brasa encendida generan material particulado que contamina el ambiente y el producto, por lo que, siempre se debe usar una parrilla limpia.

¡nunca! Gómez dice que jamás se debe usar un producto químico, como antigrasa o definfectante, en la parrilla.