publicidad
  • Las dietas, el amor y el hambre

    por constanza michelson / @psicocity

    Escuchaba hace poco a un nuevo famoso que escribió un libro sobre una dieta rara, una con la que al fin habría podido bajar muchos kilos, convirtiéndose prácticamente en otro ser humano.

    La autoridad en nutrición puso el grito en el cielo, alegando que el nuevo gurú de las dietas es un farsante, que no estudió medicina, que la OMS dice tal cosa, que pone en riesgo a la población, etcétera.

    El nerviosismo de los profesionales es harto justificado, porque el nuevo "experto" se presenta como una especie de terrorista de las dietas, trayendo un "método" que contradice mucho de lo que veníamos escuchando sobre recomendaciones de alimentación: tocino salteado en mantequilla y palta con aceite a primera hora, es para mí una arcada antes que un sueño.

    No sé, quizás porque en mi pasado genético de recolectora nunca tuve acceso al mamut completo, hay cosas que tras años de evolución me caen algo pesaditas. Como sea, el libro es un hit de ventas y parece que en estas materias -que tanto nos importan- lo razonable queda suspendido.

    Y claro, comer para los seres humanos poco tiene que ver con lo razonable del saber nutricional.

    Así como el sexo humano dejó de ser una máquina ultra programada para la reproducción (como en otras especies), comer está lejos de ser una práctica acotada a la alimentación.

    Comer es el primer drama shakespeareno en el que nos involucramos. Básicamente el hecho que desde que llegamos al mundo somos alimentados por otro, hace que se teja una majamama en que amor y nutrición quedan confundidos: antes que "lo que nos dan" nos importa "el cómo nos lo dan". El niño busca a veces el pecho para calmarse antes que por hambre, así como a veces lo rechaza para frenar a una madre asfixiante. Quien tenga hijos reconocerá esa demanda infinita del niño que no sólo pide agua, sino que la pide en su vaso preferido, pero además exige que la madre lo acompañe mientras la toma: esa sed es una sed de amor.

    El amor tiene una condición tripal. Se nos cierra o se nos abre el apetito muchas veces de acuerdo a nuestro reflejo en los ojos de otro: en tiempos en que somos el objeto de deseo de ese alguien que nos importa, queremos ser comidos antes que tragarnos los postres; mientras que en los tiempos del amor fraternal, ese amor seguro y tranquilo, la escena es cálida de ternura y calorías.

    Nunca estamos solos en el asunto de comer o cerrar la boca. Aunque conscientemente afirmemos que la dieta la hacemos para nosotros mismos, habitar un cuerpo implica siempre un lugar en la trama con otros. La imagen está lejos de ser una banalidad, aunque sostengamos eso en nuestro doble discurso para alegar que lo importante va por dentro y sentirnos así seres más nobles.

    Por supuesto que la obsesión con la belleza es una estupidez, que evidencia una ansiedad que puede incluso generar rechazo antes que atracción. Pero voy a que la imagen no es simplemente un "afuera", como dice Paul Valéry: "Lo más profundo del hombre es la piel".

    El cuerpo habla de nuestra posición subjetiva, es decir, de quien somos en el escenario del montaje del cual somos parte. A veces somos el hijo adolescente que frente a la actuación hipersexuada de los padres, debemos esconder nuestro cuerpo de adulto bajo capas de grasa. A otros sólo les hace efecto el batido y pueden "sacar cuerpo", cuando logran independizarse en una vida más allá de la condición de hijo. Otros, luego de una operación gástrica no saben más quienes son, perdiendo no sólo la mitad de sí mismos sino que también su libido y su chispeza. Así como algunos que, tras años de dietas fallidas, de pronto ven la mirada lujuriosa del compañero de oficina y les cambia el objeto de su apetito.

    Seguramente por eso no hay dieta infalible, porque hay rollos que son resistentes a las imposiciones cosméticas y las buenas razones médicas. Somos algo más complejo que un cúmulo de células por administrar.

    "La imagen está lejos de ser una banalidad, aunque sostengamos eso en nuestro doble discurso para alegar que lo importante va por dentro y sentirnos así seres más nobles."

    Recibiré sus alegatos, dudas, tormentos y quejas a paisintimo@gmail.com.

1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32